Blog de un escéptico servidor. "Creo que el kiwi no es una fruta" "Capaz si llegaron es porque transaron y si se mantuvieron es porque a muchos cag*ron." "Creo que Argentina ya no es lo que era, pero a mí me alcanza" "Me gusta más criticar que ser criticado, pero me controlo" "Está mal, pero para ponderar, me quedo callado"
diciembre 28, 2005
No sería yo si pensara siempre lo mismo.(Diálogos conmigo mismo)
Las ideas que surcan mis sesos mutan de manera extraña. No se trata de personas que influyen en ellas, en esos casos, ante una discusión, mantengo mi idea madre y la defiendo con uñas y dientes. Pero en ciertas ocasiones, un hecho aislado que me molesta empieza a girar sobre la idea consiguiendo modificarla.
¿Está mal?
Muchos aseguran que no se puede discutir conmigo porque cambio de parecer. Yo les digo que cuando discutan conmigo no dejen abierta la contienda a futuras charlas, de esa forma la próxima vez no sabrán hacia donde disparar.
¿Está mal?
-Vos, Cruz, no tenés ideales sociales. Me dice un amigo auto tildado de progresista.
-Y vos sos medio pelotudo. Suelo contestar. ¿Progresista? Dejate de joder. O sos un cínico o estás inundado de inocencia. Yo no creo en las teorías políticas encriptadas en palabras como “derecha, centro, izquierda”. ¿O no se puede hacer una “menage” con todas y sacar un poquito de cada una?
-Vos Cruz, sos un pelotudo. Suele increparme cada vez más seguido.
-Yo no respondo ni a ideas, ni a modelos ni a personas. Les digo con altura a la vez que me sueno los mocos con una servilleta de papel.
-Ni el teléfono respondés, hace días que llamo a tu casa.
-Dejá mensaje hermano, ¿para qué mierda me compré el “UNIDEM DXA1388-2” con contestador digital?
-Es lo que me pregunto, ni siquiera debés escuchar los mensajes.
-Los escucho a todos, pero prefiero contestar los mails a responder los llamados.
-Has visto Cruz que tengo razón, va a llegar el día que no te llamaré más.
-Lo que pasa es que te enojás porque no soy progresista como vos.
-Tenés razón Cruz, me enojo porque no sos progresista como yo. ¡No seas pelotudo!, me enojo porque quería conversar un rato.
-¿No sé para que? Hace cinco minutos que charlamos y ya me recriminaste un par de cosas sin contar lo de “pelotudo” que se que me lo decís de cariño.
-Todo te digo de cariño. A pesar de lo “sorete” que sos, yo te quiero.
-Te agradezco el cumplido, en cambio, vos al revés.
-¿A ver que vas a decir?
-A pesar de lo bueno y progresista que aparentas ser, vos y yo sabemos que sos bastante “sorete”. Ojo, si no tuvieras tu dosis de maldad y soberbia no seríamos amigos.
-Se agradece Saubidet, pero que quede entre nosotros.
-No te preocupes, nunca revelo las fuentes.
-¿Que me contás de Evo Morales?
-Que es el inventor del movimiento piquetero.
-Eso está en duda, mi pregunta se dirige hacia su victoria en las elecciones bolivianas.
-Ah, eso, el otro día leí un artículo de Tato Pavlosky en Página 12 y el psicodramático aseguraba estar feliz con la victoria.
-Tu opinión pregunto, no la del maestro Tato.
-¿De que te da clases?
-Solo le digo maestro porque es una fuente de inspiración para muchos.
-No es mi caso, pero me parece que él es el más apropiado para sentirse feliz con la victoria de “la izquierda”. En el artículo decía que el trabajo y la muerte del “Che’ no fueron en vano.
-Tiene razón, coincido con el maestro.
-¡Otra vez te tengo que explicar que no existen los personajes populares! O que sí, existen, pero su popularidad se debe a alguna transa.
-¡Viste como sos! No estoy de acuerdo, creo que el “Che” no entra en esa.
-Ok, lee un poco, pero no solo los autores que te simpatizan sino todos los que escribieron algo al respecto y volvamos a hablar en unos años, ya que vas a demorar bastante.
-Eso es lo que pasa con vos, no hay nada que te venga bien.
-Ni lo habrá, sabés bien que no puedo admirar a nadie, es un problema.
-Ok, pero que opinas del triunfo de Evo.
-Le deseo lo mejor.
-¡Vos si que te jugás!
-¿Que mierda querés que diga? Quizás hace unos años me hubiese puesto contento, pero a esta altura solo me alegro si salen bien algunas cosas.
-¿No te gusta que Latinoamérica gire a la izquierda?
-Por un lado sí, pero solo por una sencilla razón: los programas capitalistas de “derecha” fracasaron durante los últimos 20 años. Por eso y solo por eso me parece correcto hacer una prueba con la izquierda. Una especie de dialéctica, quien te dice que en 50 años tengamos buenos estadistas gobernando y nos parezcamos un poco a España.
-¿Y por qué no te gusta?
-Porque yo soy un tipo impopular. Al momento que surge un personaje popular, llamémosle Morales, Chávez, Lula o el que más te guste; sus seguidores dejan de pensar correctamente y miran por los ojos del dirigente.
-¿Te estas escuchando?
-Sí, y no pretendo que estés de acuerdo ya que tenés esa absurda necesidad de idolatrar a todo el mundo.
-¡Andá a cagar!
-Ok, pero pensá en la frase “soy peronista de Perón”, no te parece que es el ejemplo más claro de la ceguera populosa.
-Te estas yendo del tema. Hablábamos de Morales.
-¿Fue a la escuela?
-Que se yo, SUPONGO que sí.
-SUPONGO no, ESPEREMOS que sí, para mandar hay que tener ciertos conocimientos básicos. Solo deseo que se rodeé de buena gente, esperanza no tengo más ni menos que antes.
-Usted no creé en las masas.
-Solo la de las buenas panaderías.
-Hagamos una cosa Cruz, hablemos de minas, ahí coincidimos un poco más.
-No se crea, pero si quiere podemos seguir criticando.
-Me tengo que ir, un día de estos regreso.
Dic. 28,2005
diciembre 23, 2005
SALUDITO FESTIVO
Se nos viene encima el año nuevo con esa maña irrespetuosa de hacernos meditar sobre los meses que pasamos junto al viejo.
Yo soy partidario de la teoría en que es el verano el encargado de dividir el antes y después de una etapa, pero los calendarios dicen otra cosa y las comidas opíparas no se repetirán en junio.
Así es la vida, así el horóscopo y así el vitel toné.
Las fiestas ya están encima y no se bien que pedir para lo que deparan. Tampoco mi generosidad da para más que buenos deseos por lo tanto dadse por bien deseados todos aquellos que reciban esta misiva.
Para vos espero que te saques de encima ese problema, vos esa deuda, vos esa mina insoportable y vos ¿no dejaste todavía a tu marido?
Espero que a vos te salga ese laburo y vos des bien el examen así promocionas y safás del final.
Quisiera que a vos te regalen eso que pediste aunque era un poco caro y que vos termines de pagar ese crédito que te consume vivo.
Me gustaría que vos estés más alegre por más que no te vayas de vacaciones, que vos malcríes a tus nietos como corresponde y vos disfrutes de las primeras muecas de tu hijo. Si fuera posible a vos te vendría bien una novia pechugona, a vos dejar de enojarte por huevadas y quejarte tanto y a vos que tus hijos se enfermen menos en el 2006.
Como quien no quiere la cosa, vos, despacito andá pintando las paredes del color que te gusta y vos poné el helecho grandote en el living total tu marido se va a acostumbrar.
Vos, seguí ahorrando que te falta poco y a vos no se te ocurra largar la música, lo haces muy bien y te hace bárbaro.
Ustedes sigan para adelante que la sociedad marcha de perillas y vos no esperes que te llame para demostrarte cuanto te quiero.
Me haría muy feliz que vos pudieras viajar a ese lugar, que a vos te publiquen ese libro y a mi también (no es cuestión de ser tan desprendido)
Por último, espero que la pasen lo mejor que les salga, a algunos les gustará mas el año nuevo a otros la navidad, hanuka u otro festejo religioso de estas épocas, diviértanse, júntense con la gente que realmente quieran y aprovechen y expriman todo el cariño que puedan.
Un abrazo fuerte para todos.
Cruz
22-12-2005 – 31-12-2005
diciembre 20, 2005
LOS ULTIMOS DIAS DE NOVIEMBRE (cuentito)
Publicado en El Nuevo Cojo Ilustrado
Qué fue lo que hicimos para merecer este destino? ¿Por qué nos persiguen y nos matan? No tengo idea. Si alguno de nosotros se hubiese encargado de plasmar nuestra historia en estas tierras, tal vez lo entenderíamos. Pero pocos de los nuestros han llegado a viejos y la tradición oral en nuestra raza está plagada de errores. Esta tierra, dicen, nos perteneció hace muchos siglos. Entonces llegaron ellos.
Con los lugareños anteriores manteníamos una relación cordial. Asesinatos hubo siempre. Es la naturaleza humana y no voy a discutir sobre ello. El verdadero inconveniente comenzó con la llegada de aquel barco. ¿Quién iba a pensar que ese grupo de personas blancas, extrañamente vestidas, sucias y muertas de hambre se iba a dar maña para quedarse con todo?
Al principio hasta nos daban lástima. Pero con el tiempo, este grupo antaño religioso, se convirtió en un verdadero peligro para los habitantes autóctonos. Y con el paso de las cosechas consideraron innecesaria la presencia indígena en "sus tierras" y minuciosamente lograron desplazarlos a sitios menos agradables.
Resultaron mansos los locales. O pocos, o menos inteligentes, o menos armados, o menos políticos. El tema es que cada vez fueron quedando menos nativos y a su vez llegaron más cristianos del otro lado del mar. Por suerte o por desgracia, nos permitieron quedarnos. Total, no molestábamos demasiado y éramos de gran utilidad. Cada tanto asesinaban a alguno de los nuestros, pero así y todo de cierta manera nos protegían.
A medida que crecían en número, algunos se desplazaban hacia otros puntos. Y cada expansión territorial contaba con nuestra presencia, hasta que llegó el momento en que cada recodo de esta tierra, abrigaba a alguno de los nuestros.
¿Cuantas familias desmembradas habrá dejado esa expansión? No podría hablar de números, pero cifras de siete dígitos me quedan cortas. Los pocos que regresaron, trajeron consigo cuentos del otro lado. De otro océano. De meses y meses de marcha. La historia se repetía en todas partes, con nosotros siempre presentes, testigos silenciosos de esa conquista.
Luego de dos siglos desde el pálido arribo y a pesar de los muchos sacrificios, nuestra raza aún seguía fuerte. Antiguamente entre indios, ahora entre blancos. Entonces apareció esa mujer, señora empecinada y testaruda. Sarah, creo se llamaba. Su terquedad y su empuje fueron la causa del comienzo de las masacres y de nuestra esclavitud. Siglos habíamos estado, siglos habíamos sufrido y siglos nos habían perseguido. Pero a esta altura de la historia y después de casi un siglo y medio desde aquel día, me pregunto si vale la pena seguir. Mi pregunta es la de todos, pero nadie la responde. Todos agachan la cabeza y se resignan y me siento solo en esta lucha.
Hace casi ciento cincuenta años que estamos encerrados. Nuestra suerte fue echada aquel día nefasto en que Abraham Lincoln, haciendo lugar al petitorio de Sarah, declaró como oficial la festividad de Thanksgiving, o Día de Acción de Gracias. A partir de allí pasamos a ser una razón de estado, a pesar que este solo quería eliminarnos.
Los hombres armaron jaulas y nos tiraron dentro. Inventaron comidas nutritivas que tuvimos que aprender a ingerir. Nos quitaron los hijos al nacer y nos mataron. Cientos, miles a diario iban al verdugo, cada vez menos violento, pero más fulminante. Cada año, el mes de noviembre se acerca más deprisa. Cada año nuestra muerte se percibe en el aire. Evito comer demasiado y así me mantengo con vida pero creo que en los últimos meses me excedí un poco.
Cada año son más, y cuando se leen las estadísticas, los cínicos se regodean con la realidad de los millones que se agregan a la celebración. Dicen que hasta los latinos se han acoplado al festejo. Siempre detesté a los latinos, nada más que por el nombre que nos dieron. ¿Qué necesidad de llamarnos "pavos"?
¿Era necesario herirnos también con nuestro nombre? Al menos acá nos llaman "turkey" y no "stupid". Varias veces me pregunté que fue lo que los llevó a sustantivarnos con el nombre de un país. Espero que no se haya tratado de racismo, aunque no lo sé.
Discúlpenme, debo retirarme. Se acercan personas y aparentemente abrirán mi jaula. El año pasado fueron sesenta millones a las mesas. Este año, dicen, serán más. Incluso me enteré de que muchos hermanos ahora llegan congelados desde distintos puntos de América Latina. Pero dentro de pocos minutos ya nada importará. Solo me resta pensar a que lugar de este país llegaré y que familia me servirá en la noche de un jueves; pero ya no estaré para contarlo.
diciembre 14, 2005
motumbu
diciembre 13, 2005
FALTA MENOS
Hace dos semanas que no tengo la más remota idea de lo que sucede en este país que habito. Me debo estar americanizando poco a poco. Calculo que el problema principal que me lleva a la desinformación se debe al federalismo exagerado de las instituciones de Estados Unidos.
Cierto es que el presidente es un hombre poderoso que decide ¿EL? los destinos y miserias de gran parte del mundo, pero desde adentro no se siente su poder. El poder aquí está dado por factores mucho más económicos que políticos, e incluso los factores políticos no me afectan por una sencilla razón: NO VOTO.
A pesar de las críticas el sistema funciona. El correo es confiable y da lo mismo enviar una esquela por el día del amigo que un cheque de 2000 dólares, ambos llegarán a destino o, en su defecto, volverán al remitente.
Días atrás noté que la factura de gas crecía mes a mes, si bien es cierto que mi mujer me aseguraba oler gas, el portero había chequeado sin detectar perdida alguna. Harto de mi excesiva factura llamé a la empresa proveedora para quejarme. Le expliqué en mi inglés básico a la empleada que me atendió que tenía que quejarme y que prefería hacerlo en español porque me cuesta mucho enojarme en inglés (me siento muy pelotudo diciéndole a alguien fuck you o son of a bich), amablemente, en medio de tres o cuatro sorrys me comunico con un telefonista que hablaba en mi lengua. Le plantee el problema y el tipo me lo QUERIA RESOLVER, se notaba que no estaba al pedo, toda su intención y su tiempo estaban dedicados a Mí, e incluso me pidió que abriera bien las ventanas por si existía un escape. -No se preocupe, si el gas nos hiciera mal hace dos meses estaríamos muertos, le dije con aire socarrón. Lejos de reírse, el hombre me reiteró con formalidad que abra las ventanas y espere al técnico.
¡Amansadora! Pensé mientras mi enojo crecía. La sorpresa fue grande cuando me dijo: esté atento, en 45 minutos el técnico estará en su casa. Mi yo argentino me decía “no le creas”, pero pasados 45 minutos un empleado de la empresa tocó mi puerta e ingresó a mi casa dispuesto a solucionar el problema.
Supongo que al ser yo tan argentino, dejo pasar muchas cosas pensando que es inútil desgastarse por tan poco. Poco a poco me voy dando cuenta que en este lugar se cumple, no importa que sea por miedo a los juicios, multas o la pindonga; la ley está para ser cumplida y al menos en lo cotidiano SE CUMPLE.
Insisto con que la navidad me tiene podrido, a demás de las vidrieras, los árboles y los papanueles, en la calle principal de mi barrio hay unos parlantes que escupen villancicos todo el día. Sin palabras.
Esta semana estoy intolerante para con las noticias argentinas que sí leo desde la Internet.
Boca sobrepasó a Gimnasia y puede ser campeón. No me alegra, me hubiera gustado que gane Gimnasia.
Bielsa, cada vez me da más lástima. Pero ojo, lo que le pasó a este pobre hombre (tal vez un poco soberbio pero barbudo) me indica que efectivamente no quería ser diputado y que lo obligaron. Nuestro presidente, gracias a Bielsa, me demostró que es un bicho intolerable que no soporta negativas de ningún tipo, eso es feo Sr. Néstor. Ni siquiera sos tan inteligente como crees y si seguís así en las próximas elecciones te romperán el ort... a base de humildad contrincante. Yo te creía y tenía esperanza, hoy el diario me demostró que tu éxito se basa en el contexto favorable del mercado exterior. Copiate de Lula y pagá la deuda externa con el superávit, ¿no estarás pensando gastarlo en huevadas políticas? Si no pagás hacé caminos, casas baratas, pegá las patadas en el culo bien dirigidas y, lo más importante, sacate de encima a los Fernández, ¡Te van a hundir! Te lo aviso ahora, estás a tiempo.
¿Qué es eso de no darle la mano a Menem? Señor presidente, aunque no le guste, nunca tiene que ser maleducado, eso lo empequeñece mucho. ¿Lo aplaudió alguien por eso? No creo, todos los medianamente pensantes deben haber dicho: Hummmm!!
Insisto con lo de las patadas en el culo bien dirigidas, es un buen momento, tu señora ganó en Buenos Aires, apuntá varias para ahí.
Recibí a los curas de una vez y sacate el problema, no le des más bola que a otros, pero recibilos y no les faltes el respeto.
Por último, muchos me aseguraron que el 2006 iba a ser el año de las transas de Kirchner, no me falles, acordate esa noche en Queens cuando dijiste casi a los gritos ¡Este presidente no transa! ¡No te olvides eh!
Hay más, pero de vez en cuando necesito este tipo de desahogos, mañana sigo, si puedo termino el capítulo 6 de Marco, lo tengo abandonado al pobre, pero el tampoco pone mucho de su parte.
diciembre 05, 2005
Tu erótico recuerdo
Cuando recuerdo la mañana que te vi
Me consuelo con saber que estabas sola
Mas no pude acercarme y sucumbí
Al recuerdo de tus pechos y tu cola
Ese recuerdo me sabe a fruta fresca
Vos nunca fuiste lo que yo creía
Y cuando entendí todo fue la muestra
Que desde lejos saludabas y reías
Pero no me rendí en aquel momento
Y si bien me enfureció que me engañaras
Fue más fuerte y me puso muy contento
El acordarme de noches pasadas
De tu cuerpo desnudo junto al mío
Quedó el olor pues poco ya me aseo
Lo mantengo en mí como el motivo
De haber incrementado mi deseo
Y de los efluvios derramados
Producto de caricias y de besos
Mis bigotes quedaron impregnados
Y me relamo esperando tu regreso.
noviembre 29, 2005
SERE YO?
¿Seré yo?
Casi siempre supuse que podría llegar a ser el único culpable. Casi siempre dudé de esa posibilidad y traté de buscar interpretaciones diversas del por qué de la situación.
¿Cuál es la situación? La de siempre. Sentirme descalzado.
No se trata de ausencia de zapatos ni de pies desnudos sobre pisos fríos, aunque es algo parecido. Solo hay que cambiar el significado de los pies y de los zapatos para interpretar mi problemática.
Los pies corresponden a mi personalidad, a mi yo, a mis virtudes y defectos, a CJS ahora en NYC pero eso no cambia las cosas. Los pies en este caso soportan la carga de mis angustias y mis soledades.
Los zapatos vendrían a ser aquellos elementos que apalean las angustias y las soledades, llamémosle personas a las cuales brindarles cariño, respeto, oreja, etc. y de algún modo sentirse retribuido. No es que les quiera cobrar por los servicios prestados, pero es conveniente que se genere un sentimiento de reciprocidad. Hoy leía a Galeano, el cuentito se trataba de dos amigos que se reencontraban después de muchos años y descubrían que vivían cerca el uno del otro. Pasaban la tardecita conversando y a la hora de volver a sus hogares el primero acompañaba hasta la casa al segundo, pero cuando llegaban, el segundo decidió acompañar al primero y sucedía lo mismo cuando llegaban a cada casa. Los amigos pasaban toda la noche conversando y acompañándose.
Eso se llama amistad. Eso es lo que extraño tanto, aunque creo suponer que el estado puro de ella se perdió en los años de colegio y de amigos para todo.
Amistad es una sensación que se siente en el cuerpo al momento que florece una comodidad superior con otra persona. Es cierto que en la distancia se engrandece, pero no por nada los amigos son una parte imprescindible para los que alguna vez los tuvimos.
El problema es que algo raro me pasó, algo que cerró algunas puertas e hizo que muchas otras se atrancaran. Me volví desconfiado. Me transformé en un calculador de las relaciones. Fue malo eso. Es feo eso. No sé bien cuando sucedió, pero pasó un día.
Supongo que me auto convencí de que en muchas de mis relaciones yo ponía más que el otro. Y me puse a esperar respuestas que nunca llegaron de la forma “esperada” y fueron convirtiendo esos proyectos de amistad en una nada. Y pasaron los años, no perdí amigos pero no incorporé, me mantuve con los que tenía, el problema es que la distancia separa y mi alma nómada me llevó de recorrida.
Solo en mis viajes no esperaba respuesta de mis amistades de camino, de ellos solo quería el momento de charla, de borrachera o de fiesta que nunca se negaba.
Cuando me casé, no pasó un solo año nuevo en el que no me propusiera revertir la situación. Algunos avances hice, logré encariñarme bastante con dos personas y a ellos les sucedió lo mismo conmigo. Así lo sentí y lo siento.
Nueva York me dio la oportunidad de empezar de cero, de conocer mucha gente y de tratar de forjar nuevas amistades. Poco a poco me voy encaminando, me cuesta mucho más que a la gente normal a pesar que he ladeado un poco el velo de los cálculos. Tengo esperanzas, no es tanto lo que pretendo, con un veinte porciento de esa sensación corporal que recuerdo de años pasados va a ser suficiente. Me parece que con algunas personas empecé a sentirla, aunque aún no estoy seguro si fue en su presencia o con el recuerdo del encuentro.
La pura verdad es que el jodido soy yo, ¡¡por que darle tantas vueltas!!
Para colmo de males renunció Lavagna al ministerio de economía de Argentina y pusieron a una mina que trabajó en el banco provincia de Buenos Aires y en el Nación. ¡Nilda Garré ministra de defensa!,
¿Los Fernández siguen junto a Mr. K?
Nestor, te tenía fe y algo aun me queda, pero ¡sacate pronto de encima toda la basura política que te rodea y ponete a laburar!
Humildad necesitás Néstor, humildad para aguantarte algunas críticas. No sos perfecto, has hecho cosas bien, pero te falta mucho para salir en los libros y ojo, en algunos libros es mejor no salir. Te fui a ver en Nueva York y te creí bastante, no me defraudes, te consideré mi amigo cuando nos abrazamos. Néstor querido, tenés que ser presidente, no Karadagián, para pelearla estamos todos nosotros que hace rato que venimos remando.
Otra cosa, no seas abusador y devolvele el diputado a Macri, ¿Mirá si se trae uno de Uruguay?
¿Los Fernández siguen junto a Mr. K?
Esto intentó ser un ensayo sobre la amistad, al igual que esta, muchas veces las intenciones se desvirtúan.
noviembre 25, 2005
TIEMPOS DUROS
Que pasó por ahí:
En Argentina parece que se hizo un poco de justicia, metieron en cana al menemista repugnante y autoritario de Conzi, a mi entender un tipo que se volvió exánime de los avatares de la justicia al momento que la balanza vendada, de a poco, va volviendo a sus causes. Me alegro por los padres del chico muerto.
En Nueva York ayer se celebró el día de acción de gracias, la principal fiesta americana. Fui con mi familia al desfile que organiza o financia (no entiendo mucho el curro) la mega cadena de mega tiendas Macy’s. Por Broadway avenue desfilaron un sinfín de globos transportados por un sinnúmero de voluntarios que aguataban la fresca lo mejor que podían, seguidos por un montón de bandas musicales. ¡La gente está en pedo!, me incluyo aunque no fui tres horas antes como el resto sino que llegué una hora y media tarde. Me perdí algunos bichos pero pude observar como los M&M gigantes y voladores se llevaban puesto un poste de luz y lo hacían caer entre medio de la multitud que no entendí por que aplaudía a los bichos voladores. El tema en cuestión fue que a los pocos minutos del accidente y con el desfile por la mitad, camiones de bomberos procedieron a reparar el poste de luz dañado taponando la visual de miles de personas. Lo peor de todo es que esto recién empieza, el tiempo que resta hasta navidad va a ser un torturante trajín de propagandas, Santa Clausses, árboles gigantes que se encienden, tiendas con vidrieras insoportables, mas santaclausses y renos y luces y puestos de árboles de navidad en todas las esquinas. No sé si lo soportaré, no me gusta navidad, jamás me gustó, el peor día del año fue desde siempre el 25 de diciembre. ¡Llamen a mi psicólogo!! (¿Tengo alguno?) El les podrá explicar el motivo de mi desagrado, yo solo puedo despotricar contra la celebración.
En USA la guerra está molestando, ¿no es al pedo?, ya no queda nada por admitir desde el gobierno de Mr. Bush; va, sí, todavía no dijeron que invadieron por el petróleo, pero ya se enojará alguno y dirá la verdad a los periodistas ávidos de ese tipo de noticias.
También Chávez está en boca de todos, me hace acordar a un compañero de colegio que tuve, chiquitito y peleador. La realidad es que ha puesto muy nerviosos a los dirigentes del país y les ha cerrado muchas posibilidades de derrocarlo. Yo no comulgo mucho con él, pero siempre me inclino hacia el más débil en caso de disputa. Lo que me molesta es que no tengo la menor idea de adonde van a parar los millones y millones que ingresan a las arcas venezolanas por petróleo ya que los que vienen de allá aseguran que el país está muy mal. ¿O el pueblo Kuwaití es tan pobre como el venezolano? No puedo asegurarlo, pero me parece que no.
Otro tema importante es la pobreza de los estadounidenses. No se rían, hay pobres aquí también, desde ya que comen y se visten, pero si ganan menos de u$s 30.000 al año se los considera pobres. La alarma no sería tal si no fuese porque está creciendo la pobreza entre los blancos que aunque aun conservan el último puesto se acercan peligrosamente a las minorías asiáticas (los segundos menos pobres). Lo afro americanos siguen punteros con el casi 25% y los siguen de cerca los hispanos con el 22%, pero estos últimos están descendiendo al mismo ritmos que suben posiciones los blancos. No es chiste, más de 37 millones de habitantes son pobres, especialmente en los estados del sur y en Washington DC, de donde los acomodados emigraron hacia zonas más bonitas del estado de Virginia dejándoles la ciudad a las clases rezagadas.
Empezó la fresca en Nueva York, la primera nevada nos esquivó por poco y se asentó en Nueva Inglaterra, pero las temperaturas bajo cero ya están castigando mis orejas. La casa, como un año atrás, es un horno donde la nariz se seca y los metales absorben la energía acumulada. No sé que pasará con los cangrejos ermitaños que con tanto esmero cuidan mi Sra. y mi hija. Entiendo que son de climas calidos y húmedos, no sé si soportarán tal sequía o si ambas se ocuparán de humedecerlos cada dos horas.
Mañana regreso con más noticias, por hoy es suficiente.
noviembre 21, 2005
SI FUERA Y SI LLEGO
Si fuera un color, matices de verde
Si fuera animal, un caballo negro
Si fuera comida, asado con cuero
Si fuera un deseo, que se me recuerde
Si fuera zapatos, sería liviano
Si fuera una casa, tendría goteras
Si fuera una tela, sería banderas
Si fuera n pariente, sería un hermano
Si esperara algo, que fuera pasando
Si encontrara cosas, que valgan la pena
En una injusticia, sería condena
En un desafío, que lo estoy logrando
Si fuera una historia, el mejor remate
Ese que entristece pero queda claro
Si fuera nostalgia, sería pecado
Si alguien se alejara, iría al rescate.
Cuando sea rima, seré consonante
Cuando sea espalda, cargaré un gran peso
Cuando necesites, te daré ese beso
Cuando sea bueno, seré tolerante
Si llego a ser grande, algo habré aprendido
Si llego a maestro, voy por buen camino
Si llego a buen padre, gracias al destino
Si fueron felices, por algo he vivido.
noviembre 12, 2005
Su padre le puso Marco Cap.5
Amaneció nublado en Pirané, Rodrigo pasó una mala noche, un poco por el malestar físico que le provocaron los revolcones con Lucila y otro poco por los ronquidos de José que lo despertaban apenas conciliaba el sueño.
De esa manera, en cuanto los primeros rayos de luz invadieron la habitación, se levantó en silencio y caminó hasta la cocina del hotel. Solo una señora grandota por donde se la mirara calentaba ollas con diferentes mejunjes, quizá el desayuno de los huéspedes.
-¿No tiene un equipito de mate doña?
-Tome mijo. Llévese el termo azul, ya esta caliente. En la mesa esta el porongo y la yerba. Si quiere tomar dulce use el jarrito enlosao pa que el otro no agarre gusto.
-No se preocupe doña, amargo nomás tomo. Gracias.
-No hay de que muchacho.
Rodrigo agarró un banquito petizo y pesado y salió a la puerta. La vereda, la calle, la ciudad, el mundo estaba en silencio. Un silencio parecido al del Paraná pero seco. La ruta pasaba a una cuadra y los pocos camiones que cruzaban anunciaban su llegada con cinco minutos de anticipación.
El agua estaba justo y el mate fue preparado al estilo uruguayo a pesar de la boca pequeña. Mañas son mañas decía Rodrigo al momento que clavaba la bombilla en el porongo procurando una montañita de yerba casi al ras del borde.
Rodrigo quería pensar en Lucila, pero sus pensamientos volaban mas lejos, Paraná abajo, kilómetros y años. Muchas evocaciones le salían en pensamientos rimados y se sonreía como sintiéndose condenado a la vida errante.
Durante una hora cebó, tomó y pensó mates. El Sol formoseño se esforzaba por ganar altura, aunque por momentos parecía arrepentido y daba la sensación de perderse en el horizonte cargado de nubes oscuras. Al final ganaron las nubes y solo la claridad del día indicaba que ya serían cerca de las siete.
José apareció, el pelo mojado o engominado para atrás y los bigotes apuntando más al cielo que nunca. Le palmeó el hombro sin decir palabra y caminó hasta la esquina levantando los brazos y agachando el torso a cada paso.
Al regreso de los ejercicios le indicó que en media hora partirían.
Rodrigo amagó con ir a la pieza en busca de sus pertenencias pero recordó que su equipaje solo consistía en un par de alpargatas nuevas.
Salieron a la ruta después de llenar el tanque, contra los pronósticos la lluvia se demoraba. Anduvieron un trecho hacia el oeste y luego ingresaron en un camino angosto hacia el norte donde circularon por una hora y media. Llegaron a un pueblito llamado Gral. Sarmiento donde José hizo varias paradas bajando cajas y amarrándose los bolsillos. Por la cara parecía que las cosas iban bien. Al mediodía pararon en la puerta de un comedor y José le extendió unos pesos a Rodrigo para que almuerce.
-Pida la boleta para mis números, yo voy a hacer una visita, en un par de horas salimos.
Rodrigo esperó que siguiera en el auto pero no, José cruzó la calle y se internó en una casita sin siquiera tocar el timbre.
El calor se pegaba en la piel y la tierra volaba a causa de un viento norte caliente. Rodrigo dio una vuelta manzana saludando a los que cruzaba, luego entró al bar.
Una mesa de billar añosa y remendada y unas cuantas mesas eran todo. No había cuadros ni posters en las paredes gastadas, solo en el mostrador un trofeo de tamaño considerable denotaba un pequeño interés por la decoración. El despachante lo invitó a sentarse y le trajo una panera con galleta, después vendrían los ravioles, único menú del día.
-¡Rodrigo! Que anda haciendo por acá, como diez años que no lo veo.
Rodrig debió hurgar en sus recuerdos para reconocer al hombre. No lo logró.
-¿Cómo andan sus tías?
Con esa ayuda al menos pudo ubicar la geografía donde buscar. Lo miró de arriba abajo hasta que consiguió saber de quien se trataba.
-Supongo que bien, y usted que hace tan lejos de Carmelo.
-Me fui un tiempo después que usted, tema de polleras vio, ahora tengo una verdulería en este pueblo, ¿sabe que no había ninguna?
Con esos datos lo recordó claramente, el hombre era el verdulero de al lado de su casa, Don Cosme Rossini.
-Mas vale así. Yo ando a las vueltas, vivo en Corrientes pero algunos problemas me trajeron a estos pagos.
-¿Necesita algo?
-No, estoy acompañando a un amigo, a la tarde volvemos a Formosa y mañana me embarco pa Corrientes.
-¡Que chico el mundo! Encontrarlo acá, sabe que es la primera persona de mi vida anterior que veo en años.
-¿Ya almorzó?
No había almorzado así que compartieron la mesa y una charla llena de recuerdos de un pago borroso en la memoria de Rodrigo, recuerdos que estaba buscando desde la madrugada y por esas casualidades que solo la vida nómada regala, los tenía a pedir de oído.
Su padre le puso Marco Cap.4
Lo despertó al mediodía don Cosme, el encargado del hotel, avisándole que si quería almorzar en diez minutos servirían la comida.
Se levantó, lavó la cara e hizo unos buches con jabón, le habían asegurado que el jabón era mejor que la Kolynos para los dientes y como le venía dando buen resultado y no le daba asco el gusto, había tomado ese hábito.
El comedor constaba de tres mesas con seis sillas cada una, en el salón eran pocos, con una mesa alcanzaba para todos.
Le trajeron el plato, repleto de bifes a la cacerola con papas y cebollas, estaba muy sabroso y más aún si lo amenizaba con vino tinto con soda.
Enfrentado a él almorzaba silencioso un hombre de unos cincuenta años, bastante gordo y con grandes bigotes. Estaba tan concentrado en la comida que casi no le prestó atención. Una vez que terminó su porción y luego de pasar el pan hasta dejar el plato brilloso, levanto la cabeza y reparó en Rodrigo.
-Buenas, ¿qué anda haciendo por estos pagos?
-De paso nomás-masculló Rodrigo-tengo que esperar el barco que viene de Paraguay y volver a Corrientes.
-¿Usted es el que perdió el bote?
-¿Cómo se enteró?
-¡Y! Pasan tan pocas cosas por estos pagos que un accidente de ese estilo corre como reguero de pólvora. ¿Qué va a hacer estos días?
-No sé, andaré a las vueltas por la ciudad, me aburriré un poco.
-Mire, yo me voy a Pirané en un rato y después tengo que retirar unas cosas en Fontana. Si quiere me acompaña y aunque sea charlamos y tomamos mate, calculo que a más tardar pasado mañana estamos de regreso.
-¿Qué opina?-¿Lo acompaño? Preguntó Rodrigo a dueño del hotel, no era cuestión de largarse con un desconocido hacia un lugar desconocido.
-Vaya tranquilo don, el hombre es cliente viejo del hotel y si dice que en dos días vuelve, seguro que va a volver.
-Si es así vamos nomás, pero sabrá que estoy pelado.
-No se preocupe, la empresa cubre todos los gastos.
Luego de un par de naranjas salieron a la ruta.
El Chevrolet 58 era silencioso y cómodo, en pocos metros lo clavó en ochenta. La ruta no estaba mala, era un buen afirmado y los pozos no se sentían demasiado.
José Manut se llamaba el conductor, oriundo de Paraguay pero residente desde hacía treinta años en Argentina. Se dedicaba al comercio, en la parte trasera del auto había muestras de alambres de púa, bolsas arpilleras, herramientas, clavos, mechas de taladros y otras cajas cerradas que no se sabía el contenido.
Conversador incansable José, solo se callaba cuando la bombilla le cerraba la boca, pero muy entretenido. El hombre había viajado por Salta, Jujuy, Bolivia y Paraguay. Siempre vendiendo cosas, casi siempre legales, aunque los Chesterfield con filtro que pasaba de Paraguay dejaban un margen mayor que los otros productos. El problema era que si lo paraba la policía debía dejar una caja y con ella se esfumaba la ganancia.
Rodrigo también habló un poco, contó algunos detalles de su vida y especialmente del hijo que crecía en Rosario.
Llegaron de noche a Pirané, un pueblo chico pero con movimiento, donde casa de por medio vendían vino y cerveza. Se instalaron en el hotel y fueron a comer a un bolichón donde siempre paraba José.
Los atendió la dueña con algarabía, señora muy gorda pero ágil que rápidamente hizo a Rodrigo sentirse cómodo.
Comieron una buena parrillada con ensalada, la dueña los acompañó y amenizó la velada.
-¡El hombre es guitarrero! Le dijo José a la dueña.
-¡Pero haberlo sabido antes! ¡Romanito! Traé la guitarra del difunto. ¿Se anima don?
-Pero como no, doña, yo vivo de esto.
Rodrigo se dedicó a tocar y a cantar durante más de dos horas, el bar se iba llenando de personas que se enteraban del concierto, la dueña no daba abasto con las mesas, el hijo la ayudaba. Corría cerveza, vino, ginebra, caña y gaseosas. Algunas muchachitas del pueblo se colocaban junto a la puerta y escuchaban embelesadas la música. A Rodrigo le gustó lo que veía y volcó su repertorio hacia milongas de amor y decepciones. La concurrencia aplaudía, ya eran mas los parados que los sentados en las mesas.
Una vez concluida la música, la gente empezó a retirarse lentamente, Rodrigo se había mirado bastante con una chica y se habían sonreído en varias ocasiones.
La dueña del bar no quiso cobrarles la comida e incluso le regaló un par de alpargatas a Rodrigo. Las recibió agradecido y se dirigió a la puerta. La chica estaba aun ahí.
-¿Cómo es tu nombre?
-Lucila. Estaba tímida. Linda la chica, a pesar de la oscuridad le calculó entre quince y dieciocho años, morocha, pelo largo, ojos negros y achinados y entrada en carnes aunque no mucho. El vestido floreado que llevaba dejaba a la imaginación unos pechos grandes y unas caderas pulposas.
Rodrigo la tomó de la mano y se sumergieron tras el bar que era una zona bien oscura. Sin mediar palabras la besó en la boca y la apretó fuerte contra su cuerpo. Sus manos la recorrieron comprobando la realidad de sus elevaciones, le gustó lo que tocaba. Desabrochó el vestido sin problemas, solo tenía botones por delante, no hizo falta sacarlo, comenzó a bajar sus besos por los pechos. Lucila gemía despacio, tímidamente, le dejaba hacer todo a Rodrigo, no tomaba iniciativas aunque se colocaba de las maneras más cómodas para saciar los impulsos del amante. La recostó sobre el pasto y retiró la bombacha con un poco de esfuerzo, Lucia clavaba las uñas en la espalda de Rodrigo, que lentamente fue ingresando en ella.
Quedaron tendidos en el pasto, agitados uno encima del otro. Lucila seguía muda y acariciaba el pecho del hombre a la vez que él jugaba con su ombligo. En pocos minutos la sesión volvió a tomar ritmo y los gemidos de Lucila se hacían más fuertes.
-Me tengo que ir. Susurró Lucila mientras sacudía el vestido y se ponía la bombacha.
-Gracias, me gustó mucho.
-A mí también Lucila, ¿Te veo mañana?
-Está bien así, hasta pronto.
Y quedó Rodrigo solo tras el bar, con los instintos saciados pero con una sensación de desconcierto. No estaba acostumbrado a que las cosas queden así, salvo con las putas, pero la sensación era distinta.
Llegó al hotel, José estaba leyendo, sabiamente no hizo preguntas, solo le extendió una revista y siguió en lo suyo.
Rodrigo leyó una hoja y se quedó dormido.
noviembre 02, 2005
CUMBRE DE QUE?
Somnolencia inspiradora de la calle
Embestida de sauces contra el viento
Desmerece críticas e intentos
De memorias que quizás un día
Al igual que empedrados y tranvías
Solo queden en versos.
Reacción de extraños contra extraños
De culturas mancebas de culturas
Sinsentido de cosas inmaduras
Que el viento incesante desparrama
Y a pesar de lo mucho que desgrana
Todas serán mudas.
Y se esperan soluciones sobre nada
Se añoran acuerdos infelices
Que sobre fracasos y deslices
De diablos metiendo la cola
Nos han llevado a la deshonra
De oscuros matices.
No me molesta Bush con su soberbia
Ni me incomoda Chávez con su prosa
En todo caso la culpa de tal cosa
Son los pueblos votantes u oprimidos
Que votando tal vez medio dormidos
Les regalaron rosas.
No espero bondad de alguno de ellos
No es esa la virtud más requerida
Los buenos no llegan tan arriba
O si llegan a llegar se caen pronto
Algunos olvidando sus aplomos
Otros perdiendo la vida.
CJS in NYC
Continuará.........................................................
octubre 07, 2005
Su padre le puso Marco Cap.3
Abrió los ojos. Era noche cerrada, estaba confundido. Segundos después cayó en la cuenta de donde estaba. El catre no era incómodo, pero los mosquitos estaban bravos y lo hicieron levantar. Caminó por el ambiente, era grande. No se veía a nadie a las vueltas, salió por la única puerta y el aire de la noche terminó de despabilarlo. No hacía frió, el otoño venía suave. Avanzó un trecho hasta que se encontró con un marinero
-Buenas don.
-Buenas, ¿usted es el que juntamos del rió?
-Supongo que si, ¿dónde andan los otros dos que juntaron?
-Noooo, solo a usted lo subimos, pensamos que era el único que iba en el bote. Igual el capitán llamó a prefectura y vimos la lancha que venía hasta los pedazos del bote.
-¿No vieron a nadie más en el agua?
-No, don, solo a usted lo vimos.
-¿Y el capitán?
-Va a tener que esperar un par de horitas, a las seis recién sale a cubierta, debe estar durmiendo. Venga don, vamos a tomar unos mates, ¿cómo es su nombre?
-Rodrigo
-Joaquín, mucho gusto.
-Lo mismo digo.
Joaquín preparó los mates y se sentaron en la borda. El barco era grande, hacía la ruta Buenos Aires-Asunción llevando pasajeros, una especie de crucero autóctono. La próxima parada era Formosa, alrededor de las cinco de la tarde y al día siguiente llegaban a Asunción donde paraban tres días para luego regresar. Doscientos treinta pasajeros llevaban.
Joaquín era Uruguayo, de Montevideo y trabajaba en el barco desde hacía cinco años, era ingeniero de máquinas, el trabajo era tranquilo y mucho más ahora que los motores eran nuevos.
Charlaron hasta que empezó a aclarar, de a ratos Joaquín bajaba a la sala de máquinas aduciendo un ruido extraño, pero siempre volvía satisfecho por la falsa alarma.
A las seis en punto apareció el capitán en el puesto de control, lo vieron a través del vidrio y esperaron que se desocupe.
A la media hora bajó, era un hombre de más de cuarenta, con barba canosa y corta, poco pelo y de un buen estado atlético.
-Buenos días. Saludo amable pero firme.
-Buenos días capitán dijo Joaquín a la vez que se retiraba.
-Buenos días, mi nombre es Rodrigo, le agradezco por juntarme del agua.
-No hay de qué, fue una lástima lo del bote pero imagínese que un barco de este tamaño no puede andar esquivando botecitos.
-Lo entiendo capitán, lo que me gustaría saber es que pasó con mis dos compañeros.
-¿cómo sus dos compañeros? Solo usted estaba en el agua, nadie vio a nadie más.
La cara del capitán mutó hacia la preocupación, se acariciaba la barba.
-¡Acompáñeme!
Lo siguió, subieron a la sala de mando y le pidió a un muchacho que lo comunique con Prefectura en Corrientes. Habló con el suboficial Peña, que Rodrigo conocía bastante, y le preguntó de la suerte de los náufragos.
La respuesta tardó en llegar, a los cinco minutos comunicó Peña al capitán que habían recogido dos cadáveres cerca del lugar del siniestro y que necesitaban su declaración a su regreso por Corrientes. Preguntó por Rodrigo, el capital le pasó el micrófono.
-¿Cómo estás Rodrigo?
-Bien Peña, parece que me salvé de carambola, que macana lo de los muchachos, cambio.
-Si, estamos todos muy tristes, a la vuelta vas a tener que declarar vos también. Cambio.
-Esta bien Peña, nos vemos a la vuelta, mandale un saludo a los deudos. Cambio.
-Le mando, cuidate. Cambio.
-Hasta pronto. Cambio.
Rodrigo salió de la cabina con los ojos llenos de lágrimas, si bien no eran sus grandes amigos, quería mucho a los dos que habían muerto. No se sentía culpable, pero sí muy solo.
Desde que se había escapado de Carmelo no había tenido tiempo de sentir la soledad, su actitud amiguera, su despreocupación permanente y sus noches de fiesta y trabajo no dejaban lugar a sentimientos de ese tipo. En ese barco, cayó en la cuenta en que no contaba con lazos demasiado fuertes a los que amarrarse. Su hijo todavía era chico y la italianita lo había reemplazado hacía bastante. De sus tías uruguayas poco sabía, al principio se escribieron cartas, pero se fueron espaciando y ya hacía mas de un año que no se comunicaban. Eran ellas el único lazo sanguíneo que le quedaba. Las recordaba siempre alegres, siempre juntas, siempre de fiesta. Eran primas entre sí, y a la vez primas de su padre. Alguna vez le contaron que entre ellas había una unión especial desde hacía mucho tiempo. Se habían comprometido a no separarse nunca y lo cumplían efectivamente. Por supuesto eran solteras, bastante atractivas y tirando a flacas. Comían lo mismo, leían lo mismo y, de la misma forma en que habían matado al padre, se seguían comportando con los hombres que se cruzaban en su camino.
Se portaron siempre bien con él, no le daban demasiada bolilla pero estaban atentas a sus necesidades. El tampoco pretendía más, con casa y comida asegurada, podía dedicarse tranquilo y sin presiones a la música y al juego.
Se levantó un viento que lo trajo nuevamente a la realidad, estaba en un barco que había matado a dos amigos. Avanzaba lento por el Río Paraguay en dirección norte, en algunas horas atracaría en Formosa.
-Lo voy a tener que dejar en Formosa, supongo que no anda con documentos encima.
-No capitán, solo tengo lo puesto.
-Está bien, no se preocupe que lo voy a dejar en un hotelito de un amigo, cama y comida le va alcanzar por cuatro días, de paso conoce la ciudad.
-No hay problema, nunca esta de más conocer un poco.
A las siete de la tarde terminaron de amarrar en el puerto de Formosa, había muy poco movimiento de gente, parecía un puerto humilde.
Algunos pasajeros bajaron, otros quedaron a bordo tomando whisky en el bar o jugando al billar. Se le acercó el capital y lo invitó a un asado.
Antes de la cena, lo presentó en el hotel y Rodrigo se instaló, en realidad no tenía equipaje, por lo que se dio una ducha y marchó hacia el asado.
La tripulación en pleno estaba allí, Joaquín hacía de asador y Rodrigo se le acercó para hacerle compañía y de paso picotear lo mejor de la parrilla.
Uno de los marineros sacó una guitarra y se puso a cantar, Rodrigo lo escucho paciente y en cuanto lo vio cansado le pidió el instrumento. Primero lo templó como le gustaba, empezó con un punteado y luego largó con las milongas. La tripulación guardó absoluto silencio e incluso casi se quema el asado, fue Rodrigo el que hizo señas a Joaquín para que volviera a prestarle atención a la parrilla.
-Había sido buen músico Rodrigo. Aduló el capital.
-Vivo de eso capitán, hace diez años que la guitarra y la garganta me dan de comer.
-¿Se anima a hacer algo en el comedor del barco?
-Cuando guste.
-A la vuelta hablamos del tema,¡ tóquese otra amigo!
Y siguió Rodrigo tocando y comieron y a medianoche volvieron todos al barco. El capitán le entregó unos pesos antes de despedirse.
Llegó a paso lento al hotel, entró a la habitación y se recostó. No tenía sueño a pesar del cansancio que sentía, estaba triste. Encontró una Biblia en la mesita de luz y, a falta de lectura más entretenida, comenzó a pasar las hojas. Cuando estaba terminando el Génesis los ojos se le empezaron a cerrar. Se quedó dormido.
Su padre le puso Marco Cap. 2
La chata que lo trasladó iba cargada de sandías, melones y zapallos. Llegó a Reconquista, provincia de Santa Fe, y en retribución por el viaje ayudó en la descarga y posterior carga en camiones de la mercancía.
No le gustó la ciudad, la gente le resultaba demasiado campesina y no entendía a esas personas. Anduvo como bola sin manija una semana hasta que consiguió un camión que lo trasladó a Resistencia, provincia del Chaco. La ruta era de tierra, insalubre para alguien acostumbrado al agua, tardaron casi un día en llegar. Había llovido y debieron estacionarse a esperar que se seque el camino. Los pueblitos que cruzaban no brindaban más que comida y vino. Decidió que no volvería por esa senda.
Resistencia era rara, ciudad chata que no tenía una industria que la caracterice. No le gustó, por lo que rápidamente se instaló en Corrientes, Paraná de por medio y un mundo totalmente distinto.
A sus veintitrés años era un buen compositor de milongas y rascaba la guitarra con ternura, no tocaba, simplemente acariciaba las cuerdas generando una atmósfera apacible para los oyentes.
Mucho había escuchado de los correntinos. Hombres de cuchillo en la cintura, bravos y atléticos y sus mujeres rellenitas y gritonas. Era verdad, lo que no le habían contado era que además eran buena gente.
Se instaló en las cercanías del puerto y encontró trabajo en los bares de la zona. Corrientes lo llenó de amigos y mujeres. Realmente lo pasaba bien, alquilaba una casita con jardín cerca del puerto y solo trabajaba por las noches. Durante los días se dedicaba a pasear y galantear mujeres casadas, sabiendo que de ser descubierto le abrirían el estómago de un cuchillazo. Necesitaba un poco de peligro en su vida, la tranquilidad lo ahogaba, además, esa carne prohibida y sabrosa que le ofrecían las correntinas ávidas también de emociones, le alegraba tanto el cuerpo como el corazón. Más de una vez se vio obligado a saltar por la ventana desnudo y esconderse bajo ligustros hasta que el peligro pasara. Eso le gustaba, era un espíritu libre que tomaba lo que le daban.
Luego de dos años era un correntino puro y hablaba un poco el guaraní. Ya no le quedaban rastros del portugués en la tonada, pero, de juntarse con brasileros, lo parlamentaba a la perfección.
De su hijo rosarino fue sabiendo por cartas que recibía de la italianita, estaba bien, seguía creciendo. La correspondencia con su amada se hizo constante y natural, claro que no existía entre ellos la pasión inaugural del amor, pero se iban asentando a través de las epístolas, sentimientos nuevos y gratificantes. Se transformaron en un matrimonio por correspondencia, era una cómoda situación. Ambos tenían sus pulsiones saciadas por terceros, pero compartían la crianza del hijo. Ella con su paciencia, él mandando dinero para los gastos del párvulo.
Quiso un día conocerlo, el chico ya tenía dos años. Mandó los pasajes en barco. Su amada no llegó, con el niño venía su abuela.
La semana que estuvieron en Corrientes fue muy feliz, disfrutó a su hijo, se ocupó de todo lo que necesitara y malcrió a su suegra con vestidos y zapatos.
El niño no le prestaba demasiada atención, pero una sonrisita o unas palabras emitidas por él, le bastaban para sentirse un buen padre. Definitivamente no lo era, pero dadas las circunstancias, había asumido el rol que la situación le permitía. Le gustaba sentirse padre. La noche antes de la despedida, presentó su vástago a sus amigos de la noche, muchos de ellos ni siquiera conocían su existencia, pero el hecho le valió brindis de todo tipo e incluso propuestas de las trabajadoras de la noche que ofrecían su cuerpo en función de “uno igualito”. La verdad es que era un lindo niño, los ojos claros como los de la madre, de un celeste tirando a verdoso, el pelo castaño y lacio, piel clara y no era gordo como la mayoría de los niños de dos años. Rodrigo recordaba que tampoco él lo había sido.
Despidió a su suegra y su hijo un domingo al mediodía, volvieron con muchos regalos y cartas, incluso le dio una guitarra al niño suponiendo que quisiera seguir el camino de su padre.
Esa noche tocó mejor que nunca y remató sus alegrías con unos revolcones eróticos con Paula, una chica de dieciséis años que hacía poco trabajaba de puta y le quedaban aún resabios de romanticismo y a la que le tuvo que exigir le cobrara pues, según ella, con él era por placer.
Al día siguiente acompañó a pescar a un par de amigos y se internaron Paraná arriba en busca de dorados gordos o algún cachorro de surubí de medida. Pasado el mediodía acamparon en la orilla y prepararon unos bagres a la parrilla.
Volvían a la tardecita los tres bastante envinados, habían pescado poco, no importaba.
Medio dormidos se dejaron llevar por la corriente, en la orilla se asomaban carpinchos y yacarés agradecidos de no ser disparados.
De pronto, un fuerte bocinazo los sobresaltó, poco podían hacer ya, el casco de un barco era todo lo que veían. Rodrigo pegó un grito, saltó al agua y nadó a toda la velocidad que el cuerpo borracho le permitía. Las piernas se le habían acalambrado y flotaba mientras el barco pasaba a su lado, sintió el ruido del bote bajo el casco, le tiraron un salvavidas. Subió al barco por una escalerita y en cuanto pisó firme se derrumbó.
Su padre le puso Marco Cap. 1
Marco le pusieron. No crean los buscadores de sentidos ocultos que se trató de una inspiración de sus padres, simplemente, días antes de su alumbramiento, un tornado arrasó las aberturas de la casa.
El día que nació, su papá había conseguido a muy bajo costo unos marcos de madera lustrada y fue tal la emoción que decidieron llamarlo Marco, convencidos que el niño traería buenaventura a la familia. Ilusos ellos.
Familia nómade desde su conformación. El padre de Marco, Rodrigo, era de origen brasilero, había nacido en Santa Catarina, en las afueras de Florianópolis. De pequeño se trasladó con su padre a Sao Paulo luego de que su madre optara por acurrucarse en brazos más protectores y billeteras más abultadas. Del destino de la abuela paterna de Marco poco se sabe, hubo un par de cartas con promesas de reencuentros, pero quedaron en la nada y los años se ocuparon del resto. En cambio el abuelo cumplió la función de padre hasta los catorce años de su hijo, momento en que se le ocurrió morirse de un infarto en un apasionado encuentro sexual con dos primas uruguayas que bien podrían haber evitado la tragedia de no haber exigido tanto. El orgullo de macho brasileño del abuelo fue sobrepasado por las exigencias seudo ninfomaníacas de las primas y en la tercera embestida, luego de dos mas que dignas actuaciones, quedó seco.
Dichas primas, tal vez por sentirse culpables del deceso, se ocuparon del muchacho y se lo llevaron a un pueblo llamado Carmelo, en Uruguay. En poco tiempo Rodrigo aprendió el idioma español a la perfección y con eso vinieron costumbres poco morales que incorporó de los trabajadores del puerto de la ciudad. A demás de guitarrero, se convirtió en un gran jugador de truco y siete y medio, lo llamaron tramposo alguna vez, yo prefiero creer que su suerte le llenó los bolsillos.
Esa misma suerte fue la que lo hizo huir una noche serena, sin ser visto. Recaló en el delta gigantesco que forman la desembocadura del río Paraná y el Uruguay en el Río de la Plata. Estaba en Argentina.
Desistió de instalarse en Buenos Aires, por lo que emprendió un viaje Paraná arriba en una chata cargada de materiales de construcción. El viaje se le volvió tedioso, por lo que agradeció a todos y descendió en las costas de Victoria, provincia de Entre Ríos. Tenía diecisiete años.
Quiso allí probar cosas nuevas y se buscó un trabajo. A los pocos días se encontró llenando bolsas de semillas en una cerealera, pagaban poco pero le daban una pieza y dos comidas diarias. Cuando cumplió dieciocho, armó una fiesta con sus nuevos amigos, se divirtió tanto que faltó a trabajar al siguiente día y por las dudas se tomó para sí el sábado pues había concretado un encuentro con una muchacha.
De más está decir que el lunes era un desocupado más de la lista, pero no le preocupaba demasiado. Tenía buen dinero en el bolsillo y ansias de seguir subiendo hacia el norte.
Cruzó en balsa hasta la ciudad de Rosario y en el puerto volvió a sentirse en casa. Con su guitarra tenía asegurada la comida y la bebida en los bares y gracias a su habilidad con las cartas sus vicios quedaban cubiertos. No eran tantos sus vicios; cigarrillos, prostitutas y revistas. Era un gran lector, a pesar de haber hecho la escuela a los ponchazos, manejaba bien el idioma e incluso escribía cartas muy bonitas, capacidad que supo aprovechar y vendió su arte a sus amigos del puerto, siempre enamorados de putas que nada hacían sin recibir el pago correspondiente.
Tanto le gustó el puerto de Rosario que lo retuvo cinco años. Con su oficio de guitarrero y su habilidad con los naipes logró una vida tranquila rodeado de buenos amigos y cariñosas mujeres. Logró cierta fama, incluso fue contratado por bares del centro y llegó a tocar y cantar en una radio. Pero el padre de Marco no buscaba el éxito, solo quería estar contento.
Durante el quinto año rosarino, se enamoró perdidamente. La chica en cuestión era la hija del dueño de un bar donde solía tocar. El padre, un italiano grandote y malhablado; la chica una quinceañera carnosa y educada que le regalaba sonrisas mientras servía las mesas.
La pasión se concretó en una lancha pesquera, concertó con su amada un horario y hacia allí fueron. Fue tal la entrega que pasados cinco meses de ese encuentro, la panza se notaba.
El tano estaba furioso y prometió matar al desgraciado entre “porca madonnas y masscalzonnes”
Quiso Rodrigo pedir la mano de su amada, pero la negativa fue rotunda y el tiro que casi le vuela la cabeza fue suficiente para decidir cambiar de ciudad.
Debió permanecer escondido hasta que zarpase el barco que lo llevara a algún lugar remoto, su suegro había jurado matarlo. Su tía le había avisado: “Ojo con los tanos, no los hagas enojar”.
septiembre 22, 2005
LA DESAPARICION DE LA HOJA EN BLANCO
Una hoja en blanco ya no es tal cosa, la tecnología la ha reemplazado por una mancha blanca en la pantalla rodeada de una cantidad de íconos (así se le dice a los dibujitos que al apretarlos cumplen una u otra función) que de saber utilizarlos con corrección, son capaces de embellecer la imagen del texto y corregir errores imperdonables en la ortografía y la gramática del autor.
En realidad no existe, la pura verdad es que se trata solo de una ilusión lumínica que nos hace creer que estamos trabajando con elementos palpables, pero estos son modificables en su totalidad. Pueden teñirse de todos los matices cromáticos posibles, las mayúsculas serán minúsculas con presionar el lugar correcto, la forma de la letra será definida por el usuario y, lo más grave de todo es que no quedarán registros de los errores cometidos. Me dirán que es posible imprimir el borrador y corregirlo a mano. Claro que es posible, pero ¿vale la pena? Con lo costoso de la tinta, un hombre de mi austeridad piensa dos veces antes de derrochar.
Los problemas de corrección que presenta el uso de ordenadores se basan en la confianza que pone el escritor en los subrayados verdes o rojos que surgen bajo las palabras o frases ante los errores ortográficos o sintácticos. ¿Y si quisiera escribir un texto con errores de forma deliberada? Podría hacerlo, pero mi psiquis debería luchar contra las mencionadas rayas de color bajo las palabras y por otro lado, la picara máquina en contadas ocasiones corrige palabras de manera automática y ese pequeño desliz arruinaría mi texto erróneo con una palabra correcta.
Días atrás, en un relato, el protagonista debía sortear un guardaganados, pero el programa me discutía que por tratarse de “un” debía colocar guardaganado, sin pluralizar el sustantivo. Lo cierto es que en ese momento dudé sobre quien tenía razón y me llevó tiempo decidirme. Pensaba que si bien se trataba de un elemento (guardaganado) si éste solo se erguía para detener un ganado de los muchos que andaban por ahí, de poco valdría. Me convencí de mis razones y con la ayuda del ratón la obligué a omitir la corrección. Pero no cedía, en cuanto retomaba el texto por unos minutos la línea verde bajo “un guardaganados” reaparecía poniéndome nervioso y obligándome a retomar la deliberación semántica. Ya era una guerra declarada, la máquina no entraba en razones y mi terquedad y mis dudas se incrementaban cada vez que la línea verde reaparecía.
¿A que me refiero cuando escribo ganado? ¿Decir ganado es lo mismo que decir rodeo?, cuando se enuncia ganado es imprescindible posponer el tipo al que nos referimos (ganado bovino, lanar, equino, etc.) y en consecuencia el singular denotaba un conjunto. Por ello me creí derrotado, pero luego medité sobre dicha construcción y concluí que estaba pensada para retener todo tipo de ganado, o sea “ganados”. Así las cosas, a pesar de mi inducción, no existía forma de hacerle entender a la computadora de mis razones y ella proseguía colocando la raya verde debajo de la frase.
Mi deseo era dejar la frase como yo la creía correcta, pero la raya verde me afectó de tal manera que finalicé cediendo a los ímpetus tecnológicos y mi protagonista sorteó una gran tranquera de madera.
Por eso es peligroso, si hubiera redactado a mano o a máquina el texto, su pureza habría sido real, pero el programa me impidió utilizar el “guardaganados” por lo que me vi obligado a cambiar una parte de la historia.
Tampoco es cuestión de despotricar contra la tecnología, en verdad ayuda y mucho. Si bien en esa oportunidad me hizo perder mucho tiempo, son más las veces que lo ahorra corrigiendo un error gramatical o brindando un sinónimo no encontrado en los confines del cerebro.
La tecnología de los procesadores de texto es maravillosa, pero hay que andar con pie de plomo, no vaya a pasarle lo que a mí. Lo más probable es que al desaparecer la hoja en blanco se haya perdido un poco la pureza de los escritos pero sin duda se ha ganado en tiempo y correcciones.
Cruz Saubidet
septiembre 15, 2005
ALLA EN EL NORTE DEL SUR
La sensación real de apunamiento la comenzó a sentir en Potosí, ciudad boliviana a cuatro mil doscientos metros de altura y de un color gris que invitaba a la depresión. Joaquín no tenía tiempo para deprimirse, estaba allí por su propia voluntad y con todos los gastos pagos. Pero no se sentía bien, la liviandad de sus pasos y el estómago revuelto lo obligaron a beberse una buena cantidad de mates de coca y tomar el cuarto de un hotel por las seis horas que restaban a la partida del ómnibus hacia Cochabamba.
Los días subsiguientes viajó a Cochabamba, a Oruro, a la Paz, de la Paz al Yungas y vuelta a La Paz, cruzó la cordillera a bordo de un avión Hércules que hacía de frigorífico y visitó campos increíbles.
Ya estaba cumplida la función de su viaje, le habían pagado para que recorriera Bolivia en busca de campos donde establecer un criadero de búfalos y había conocido muchos lugares interesantes, sacado fotos y concretado valores. Por conversaciones con productores se enteró de una exposición ganadera en Trinidad, en El Beni, al Noreste del país. Si bien no estaba en sus planes, le pareció un desperdicio estar tan cerca y no asistir. Averiguó las rutas posibles y todas representaban entre uno y dos días de viaje inseguro a través de zonas medianamente peligrosas, la única ruta segura implicaba ir a Santa Cruz de la Sierra y desde allí subir por la vía del este, pero serían tres días agotadores. Finalmente optó por tomar un avión desde La Paz a Trinidad, de esa manera el periplo sería de 50 minutos. En la Paz llovía y el frío hacía doler los huesos, una hora después estaba en medio de la selva tropical con 35 grados centígrados y un verde envolvente y húmedo que cubría todo. Bajó del avión en la pista desierta. Un señor de aspecto humilde le ofreció un taxi, aceptó concretando un valor bajo, pero el taxi en cuestión era una Honda de 100cm3 en la que se colocó tras el chofer. En quince minutos pararon en la puerta de un hotel donde Joaquín tomo la mejor habitación. El dormitorio estaba bien, no tenía TV, pero sí baño privado. La puerta daba a una galería que rodeaba un precioso jardín con un aljibe en el medio. La encargada del hotel le sugirió lugares para comer y Joaquín marchó a paso lento por las calles de la ciudad hasta desembocar en la plaza principal. Trinidad era una ciudad maravillosa, daba la sensación de estar en el siglo XIX, no solo por sus veredas techadas sino también por su gente silenciosa y con revólveres en la cintura. Luego del almuerzo tomó el mapa del lugar y buscó el sitio de la exposición. Quedaba retirado, a mas de cinco kilómetros. El mozo le sugirió que alquile una moto y así lo hizo. Montado en la Kawasaki GTO de 80cm3, se sentía feliz, recorrió la ciudad y finalmente se dirigió a la exposición. De tan humilde hasta parecía simpática. Unos pocos animales encerrados y feos, cuatro personas dando vueltas. Eso era todo, se preguntó: ¿cómo alguien tenía el coraje de hacer un panfleto promocionándola como “exposición ganadera de Beni”?. Solo una nota de color, el toro de tres cuernos, un espécimen cebú bastante feo, pero con un gran cuerno que surgía cual rinoceronte sobre su nariz.
En media hora recorrió lo poco que había y conversó con los cabañeros, fueron estos los que lo invitaron a la fiesta de la noche.
Volvió al hotel, durmió una corta siesta, se duchó y partió hacia la fiesta.
El predio estaba en penumbras, pero en una construcción cercana se escuchaba música. Hacia allí se dirigió. La fiesta no era gran cosa, un montón de mesas desparramadas en el terreno, unos tablones con caballetes formaban el bar y en la pista de baile un par de parejas se movían sin demasiado entusiasmo. Como era su costumbre, Joaquín se sentó a observar a la gente mientras se tomaba unas cervezas. El lugar se fue llenando, luego de una hora no quedaban mesas libres y la pista estaba abarrotada. Miró una rubiecita bastante linda y la sacó a bailar, fue lo único que pudo hacer, porque durante la canción no logró sacarle palabra, sin mediar despedidas volvió a la mesa, ahora ocupada por un par de señores. Amagó seguir de largo pero lo retuvieron los invasores invitándolo a sentarse con ellos. Se presentaron. José era del pueblo, le explicó a que se dedicaba pero Joaquín sacó la conclusión de que era medio atorrante; el otro era francés, Michel decía llamarse y andaba viajando solo por Latinoamérica. Había contratado a José de guía y este lo paseaba por la zona en su moto. El francés no hablaba bien español, pero se hacía entender, en realidad, luego de tres horas de cervezas a ninguno de los tres se le entendía demasiado lo que hablaba. La cabeza de Joaquín daba vueltas pero solo quería seguir tomando cerveza y hablando pavadas con sus amigos, estos actuaban de igual manera, por lo que de esa mesa solo salían risas y eructos potentes. A las cuatro de la mañana se apagó la música, pero los muchachos siguieron bebiendo durante media hora más, hasta que el bar cerró. Abrazados los tres y tambaleándose llegaron a las motos, el francés subió a la de José y Joaquín a la suya. No recordaba como volver por lo que debió seguir la otra moto. Al principio iban despacio, pero en cuanto el viento les despejó un poco la cabeza comenzaron a acelerar más de lo debido. Milagroso fue que llegaran sanos y salvos. En la puerta del hotel concretaron verse al día siguiente para ir de pesca. Joaquín durmió hasta la tardecita. Supuso que se había perdido la pesca pero no le importó demasiado, salió a comer al restaurante del día anterior y pasó el resto de la noche mirando TV sentado en una silla en el patio interno del hotel con la belleza del lugar y de la noche. Había un pasajero en el hotel que solo salía de a ratos y regresaba cargado de cigarrillos de rara procedencia, esa noche al regresar se sentó junto a Joaquín, no se dirigieron la palabra, solo compartieron un cigarrillo y luego se fueron a dormir.
Al día siguiente dio por finalizada su estadía en Trinidad, devolvió la moto y tomó un ómnibus hacia Santa Cruz, pero eso es otra historia.
CJS
septiembre 08, 2005
UN DOLORCITO DE MUELAS
El dentista estaba parado junto al paciente, este, con la boca abierta sostenida con una armazón de hierro lo miraba descorazonado desde la inferioridad en que la situación lo había colocado.
El dolor de muelas databa de tres meses pero se le había tornado incontrolable quince días atrás.
Se trataba de la anteúltima de abajo del sector derecho de la quijada, aunque cualquiera que lo hubiese visto los últimos tiempos se habría enterado sin palabras de por medio. La hinchazón se extendía desde la quijada hasta el comienzo de la oreja y asemejaba una pequeña anguila insertada por error dentro de la sufrida piel roja y peluda, puesto que el hombre dejó de afeitarse dos semanas atrás, cualquier contacto con la fiel infectada le generaba una especie de profundos y dolorosos pinchazos que se propagaban hacia el cuello y la nuca y le anulaban cualquier posibilidad de voluntad.
Noventa días atrás, mientras se lavaba los dientes, notó una pequeña molestia que supuso una herida en la encía. Esa contrariedad lo indujo a pasar de forma reiterativa su lengua sobre la supuesta lesión. Mas la herida no era tal, y fue durante el tercer día de fricciones linguales cuando notó que esa parte de la encía había quintuplicado su tamaño y comenzaba a dolerle. Tomó un mondadientes filoso entre los dedos y palpó la muela. Evaluó que el palillo ingresaba por una cavidad y, al llegar al fondo del hueco, le hizo lanzar un aullido de dolor. La zona le latía, y más aún cuando presionaba la hinchazón. Y tanto presionó que sintió una explosión en la boca, como si se vaciara un globo de agua. Hizo unos buches y escupió sangre y pus, pero la felicidad de no sentir ya el dolor ni los latidos le evitaron cualquier impresión sobre el asunto. Por las dudas se tomó dos aspirinas. La noche fue calma.
El siguiente día fue normal aunque no podía evitar pasar la lengua por la encía en incluso tocarla con sus dedos. La hinchazón fue creciendo nuevamente, a la noche ya estaba como el día anterior. Pero no fue lo mismo, en esta ocasión no fue posible explotarla puesto que le faltaba un poco de presión, quizás porque se había extendido hacia el otro lado de la boca. Viéndolo de manera práctica resultaba bastante cómodo, al estar la muela hinchada hacia ambos lados la operación consistía en presionar con el pulgar y el índice para provocar el estallido. No lo logró, con la operatoria solo consiguió más latidos y dolor. Ingirió dos aspirinas y se acostó, a la media hora el dolor lo mantenía sentado. Cuando dieron las dos de la mañana decidió buscar una farmacia que le vendiera algo bien fuerte. El despachante de turno le entregó un calmante enérgico y le recomendó que tome antibióticos para bajar la infección. Así lo hizo, aunque debió pasar más de una hora para que el primero hiciera efecto.
La noche del dolor agudo juró ir al dentista al día siguiente, pero como los remedios lo calmaron bastante dejó pasar una semana, y luego otra. La molestia persistía, pero la dominaba con calmantes varios, en especial pastillas para dolores menstruales. De vez en cuando la encía volvía a hincharse y él volvía a reventarla y volvía a tomar antibióticos que bajaban la infección.
Algo en su interior le impedía ver al especialista, tal vez suponía una pérdida irreparable a pesar que la muela en cuestión ya había perdido una parte dentro de un pedazo de carne y ahora no solo dolía sino que le pinchaba la lengua que no podía dejar de pasar por sus aristas.
Pasaron muchos días hasta las lágrimas. Fue una tardecita en el sillón de su casa. Tomaba una cerveza helada. Se llevó una rodaja de salamín a la boca y en el primer bocado sintió que algo reventaba. La punzada fue tan violenta que se le taparon los oídos, le latía el cuello, la mandíbula, la nuca y parte de la cabeza. A pesar de los esfuerzos y movimientos de cuello no se detenía, busco hielo y se lo puso sobre la cara, tomó dos calmantes de acción rápida, un antibiótico de 750mg. Nada, el dolor se mantenía impertérrito y nada lo combatía, entonces comparecieron las lagrimas cuan trueno después del rayo, brotaban sin parar y, como si fuera un milagro, fueron ellas las que bajaron el poder del sufrimiento.
Esa noche casi no durmió, la posición horizontal incrementaba el dolor y la vertical lo mantenía despierto. Durante el día estaba bien, pero a pesar de los remedios no conciliaba un sueño profundo. El dolor se tornó crónico e insoportable, así y todo no se decidía a cortar por los sano.
Ocurrió una mañana mientras se lavaba los dientes, durante el buche sintió un mareo y un sudor frío en la frente, debió agacharse junto al inodoro y lo arremetieron una serie de arcadas. Luego tomó un te, preocupado por el malestar. A media mañana llamó al médico y le comentó el asusto. El galeno le prohibió seguir tomando calmantes pues el hígado se había resentido y podría dañarse con tanto químico.
Esa misma tarde se presentó en el consultorio del odontólogo dispuesto a perder una parte suya. Se sentó en la silla y disfrutó de los pinchazos de la anestesia. La armazón en la boca le impedía cualquier manifestación, no importaba, mientras el sacamuelas escarbaba con fierritos lustrosos no paraba de contar historias, asegurándose un receptor sin escapatoria.
julio 26, 2005
¿HUMOR? QUE ES ESO
Desde mis diez años, la seriedad ha caracterizado el aspecto de mi cara y una mueca hacia abajo es el dibujo mas frecuente de mi boca.
A su vez, el humor ha sido mi herramienta predilecta y me ha sacado de más de un embrollo.
Entonces me pregunto: ¿Qué es el humor? ¿Qué lo diferencia de otros medios de comunicación?
No tengo demasiado claro el concepto aún, pero es sin duda la representación comunicativa más gratificante. Es probable que también sea la más difícil de todas, ya que es en el humor, donde el plagio queda a la vista con mayor facilidad. Creo que esa es la principal causa por lo que trato de evitar ese estilo literario. Es muy peligroso no caer en el error de imitar a alguien y una de las peores sensaciones que puede tener alguien que escribe es el comentario: Tenés el estilo de tal o ese chiste lo usó tal otro.
El problema en cuestión es que el humor es inevitable, está a flor de piel y salta de las formas más extrañas.
Las charlas en general poseen al humor como separador entre conceptos, como respiro impostergable ante tanta seriedad.
Los amigos necesitan del humor pues es la reafirmación de lo bien que lo pasa el uno con el otro.
Los romances abusan del humor en sus comienzos y este se agranda o se achica a la par de la pasión.
Los padres lo utilizan con sus hijos por simple egoísmo, ya que la risa que nos regalan luego de un chiste o unas cosquillas nos llenan el espíritu de felicidad.
Los profesores lo usan como un medio de acercamiento, aunque no siempre da buenos resultados.
Los gobernantes lo utilizan pero no siempre entendemos la gracia, ellos se ve que sí, ya que se ríen a carcajadas.
No tengo que aclarar que el humor está en todos los conceptos de la vida y que el de calidad está muy emparentado con la inteligencia. El humor debe ser rápido, debe calzar como una ficha de rompecabezas en ciertos casos y en otros debe descolocar al interlocutor, dejarlo tecleando como si se le hubiera caído un piano en la cabeza.
El humor debe ser maleable de acuerdo al interlocutor, el que lo utiliza debe poder diferenciar hasta que punto el chiste se transforma en agresión, como así también en que momento nos deja como tontos
Otro tema que me ha desvelado es la personalización del humor. De alguna manera, una situación o entorno determinada puede generar elementos sutiles, pero estos pierden toda su gracia sacándolos de ahí.
Por eso señores, debo aclarar que todo lo que dije no sirve para nada pues la única realidad del humor es la sonrisa que despierta en los demás, por lo tanto, por más que me esfuerce en catalogarlo una de las cosas que quiero en esta vida es “cagarme de risa”.
julio 20, 2005
TODOS ESTAMOS EN LA MISMA
Publicado en el Nuevo Cojo Ilustrado (www.elnuevocojo.com)
El mundo parece más chico
Las cosas se agrandan y se achican, en general no podemos apreciar la transición porque estamos haciendo otra cosa.
Las cosas crecen y disminuyen de acuerdo a los ojos que las observan, y no se trata de ojos diferentes, en general es el propio ojo el que mira distinto. ¿Será que el tiempo envejece la vista? ¿Será que no-solo el cuerpo se hecha a perder? ¿Será que me pongo a pensar huevadas?
Recuerdo que hace mas de 13 años andaba errante por Bolivia, de norte a sur y de este a oeste observando todo. ¡Que grande era el mundo! ¡Que lejos que estaba todo en distancia y tiempo! Porque la lejanía muchas veces la decide el tiempo, ¡me lo van a negar! Todo el mundo dice Tiempos lejanos y lo dice bien. Consciente creé que está cometiendo un error gramatical imperdonable, pero tiene razón. El tiempo es distancia y casi nunca el maldito, permite volver sobre los pasos.
El mundo era gigante en Bolivia, todo estaba lejos y atrasado, la gente misma vivía en una realidad acorde al tiempo de su país.
Desde allá, Buenos Aires daba la sensación de súper potencia cultural-intelectual-tecnológica, eso me hacía sentir bien aunque no me servía de nada.
Cuando años después me instalé en Buenos Aires el mundo se me achicó un poco, al fin de cuentas vivía en el ombligo del país, incluso suponía que estaba en la cumbre de Latinoamérica. Con el tiempo, luego de conocer Río de Janeiro y San Pablo, comprendí que mi concepción del mundo estaba un poco trastocada, así y todo me encontraba en un sitio que para millones de personas significaba la meca de civilización.
Luego de mucho tiempo, el destino me colocó en la gran ciudad de Nueva York y digo gran ciudad no por el tamaño (es más chica que Buenos Aires) si no por lo que significa este lugar.
Ahora sí estoy en el ombligo del mundo y ahora sí todo es más pequeño.
Por esta parte del mundo se condensan y concentran todos los dineros y todas las culturas de la tierra, no exagero e incluso tratar de explicar lo que es Nueva York sería imposible sin caer en errores garrafales. ¿Cómo no voy a ver todo más pequeño?
A pesar de que la empatía siempre fue mi punto débil, viviendo entre tanta gente con historias tan dispares e interesantes, se me fue potenciando poco a poco.
Mi amigo Emin, que llegó hace tres años de Alejandría en Egipto huyendo vaya a saber de qué, trabaja en una panadería por las noches y durante el día muchas veces no puede dormir por el ruido de la calle, pero vive mejor que allá y pudo traer a su mujer y su hijo hace un año.
Aminin, se vino de Marruecos luego de casarse con un casi desconocido que le había enviado el currículo a su padre solicitándole la hija, dice que está muy feliz, pero que mataría a su marido si se le ocurriese buscar una segunda esposa tal como la ley del Corán le permite.
Awan llegó hace un año y medio de Nepal a vivir con su hermano, debió aprender un nuevo alfabeto e idioma, cuenta que en su aldea no había autos ni motores de ningún tipo y el primer avión que vio en su vida fue el que lo trajo aquí.
Jonas quedó viudo hace cuatro años en Lituania, es ingeniero y estudioso de la geografía, su hija lo convenció a vivir con ella y se vino a recibir el amor de los nietos que le hicieron descubrir la Internet, con la comparte gran cantidad de horas.
María perdió a sus hijos al separarse de su marido americano, su estatus de mexicana le jugó en contra en el juicio y ahora puede verlos una vez al mes, para colmo de males viven en Carolina del Norte, bastante lejos de New York.
Daisy vivía muy bien en Nicaragua, pero el gobierno de Ortega le confiscó todos los bienes y huyó junto a su marido dejando todo a reencontrarse con sus hijos que estudiaban aquí. Nunca quiso volver.
Vasilika, con 15 años, llegó a la ciudad luego de perder a su familia en Albania, la recibió una tía. Dice que se aburre mucho y que no encuentra amigos.
Mujta llegó de Pakistán luego de los atentados de las torres, contra las costumbres familiares, se desprendió de túnicas musulmanas y anda de civil por la vida, piensa en casarse con un americano algún día.
Taslima fue a casarse a su Bangladesh y regresó cargada de túnicas, sus nuevas ropas coloridas la hacen feliz, son muy bonitas a diferencia de las árabes.
Andrea llegó hace siete años de su Quilmes natal, en Argentina, se quedó como ilegal y se casó con un mejicano, trabaja en una panadería y tiene una hija, lo único malo es que tiene que vivir con su suegra y que si viaja a Argentina ya no podrá regresar a USA.
Jorge lleva 5 años de ilegal en Nueva York, en México dejó a su mujer embarazada y a sus hijas de 5 y 11 años. Allá arreglaba máquinas de coser pero no alcanzaba, trabajó duro y mandó religiosamente el giro mes a mes. Hace dos años tuvo un accidente laboral que lo mandó varios meses al hospital, la compañía de seguros siguió pagándole el sueldo hasta hace un mes, momento en que comenzó el juicio, espera ganarlo y hacerse de un dinero con el que volver a su país.
Como verán, cuando hablábamos de crisol de razas en Argentina o en otros países latinoamericanos resultaba un poco exagerado, es aquí donde realmente se concentra el mundo, lo expuesto fue una muestra pero los casos son infinitos y todos tienen sus historias con más o menos dolor y nostalgia.
Todos los países del mundo tienen aquí su representación y algunos hasta sus barrios o zonas.
El mundo parece más chico, está representado en las calles de la ciudad, en las ropas, en los idiomas, en los colores de piel y hasta en las diferentes formas de andar. En esta ciudad, si en Manila, el equipo nacional de Filipinas gana la copa de pesca en bote de 5hp, de seguro sonarán algunas bocinas y se verán banderas de ese país en varias ventanas.
Por eso aquí es tan fácil la empatía, la mitad de la población está desarraigada igual que uno, y eso ayuda a no sentirse tan solo por un lado y por otro a fortalecer algunos ideales rezagados por la realidad de nuestros países.
Cruz Saubidet
Junio 20, 2005
julio 13, 2005
A LOS PASOS DE NEW YORK (21-10-2004)
Pasa el tiempo de manera inaplazable, no hay como detenerlo, solo aminora su marcha cuando la situación exige rapidez y se torna inalcanzable cuando la felicidad es grande y todos los deseos apuntan a extender la dicha.
Ha querido el destino o la suerte o la alineación planetaria que aun no haya tenido situaciones que exigiesen rapidez. Bueno, si, antes no éramos así, pero en estas tierras se nos torna imposible llegar a la estación de trenes con tiempo de sacar el pasaje en ventanilla. Nada demasiado grave, solo que sacar el pasaje arriba implica un gasto extra de 2 o 3 dólares por cabeza sin rulos. Digo así porque Amparo todavía no esta obligada a pagar boleto, puede hacerlo, nadie lo impide, pero no creemos que sea traumático para sus estructuras psicológicas el hecho de viajar de polizón. Tal vez lo sería si los guardas al menos preguntaran por su ticket, pero no, hasta la saludan y conversan pero no le exigen nada a cambio. ¿Cuánto durará este ahorro? No solo no tenemos idea, sino que ni siquiera tratamos de averiguado, claro tenemos que las condiciones no son iguales para viajes en colectivos, por ello siempre viajamos sobre ruedas de hierro. Hablo de transporte de larga distancia solamente. En el caso del urbano no hay problema, siempre y cuando no supere tantas o cuantas “inches” de altura no deberá pagar boleto alguno y si en un tiempo la ven caminar encorvada, no duden que vamos rumbo al subte.
La “home work” o la tarea escolar ha dejado de ser un problema. Les conté anteriormente que Miss Moltís se empecinaba en exigirle a mi hija un trabajo hogareño, ¿les parece? 4 añitos tiene nada más. Pero sí, desde niños deben ser responsables carajo, llénenles la cabeza por adelantado, total todo entra, y lo que no, saldrá por algún lado, Dios no quiera que sea esquizofrenia, perversiones u otras mañas. Aunque las estadísticas lo demuestran, tanta competencia desde tan corta edad no puede ser buena. Siguiendo con la tarea, algo pasó, no sabemos que, pero de un día para otro, la hace de buena gana y si no le dan, nos pide que le demos cosas para hacer, principalmente letras y números. Por estos pagos la caligrafía no se ha eliminado. Lógicamente son más prácticos, recuerdo en la primaria, que había que escribir las letras sobre una especie de pentagrama. Bueno, acá son 3 rayas o sea que los renglones son 2, en el de abajo van las minúsculas, cuyas elevaciones grafológicas pueden extenderse hasta el renglón superior pero su base, no superará los limites del inferior, aunque si el destino así lo quiere y debemos escribir una “p”, su palito estará limitado por el renglón de abajo. En el caso de las mayúsculas no se presentarán problemas, pues ellas nunca osarían salir de los límites impuestos y que son más que suficientes para sus desperezos. Ya vamos por la “F”, una cada semana. Lejos, la que mejor le sale es la “D”. En realidad va por la “F” en el jardín, ya que en casa ya ha aprendido todas y está empezando a formar algunas nuevas palabras. Ayer escribió “tomate” y “estúpido” casi sin ayuda. ¡Pensar que llegó solo escribiendo su nombre, papá y mamá!
El inglés se le va metiendo sin que se dé cuenta, piensa que no entiende nada, pero razona casi todo. Silvina le habla en ingles en algunos momentos, como para chequear el avance y la niña responde siempre de manera favorable.
No así el mío, este tema es más tedioso y complicado. Indudablemente algo voy aprendiendo, entiendo algo de lo que me dicen y puedo leer el diario, pero no puedo interpretar una serie de TV o el noticiero. Dicen que a caminar se aprende caminando, el problema es que yo camino poco en esto de comunicarme con otras personas.
Ya ha pasado un mes de mi último reporte, por algo será pienso como esquivando la palabra fiaca, es un poco por eso y otro tanto porque estoy focalizado en dos temas importantes. Por un lado esta mi primera novela, el titulo sea tal vez “miseriedad” aunque no puedo asegurarlo. A pesar de enmarcarla en ciertas ideas e historias, la muy perra, ha tomado una especie de vida y tiende a llevarme por caminos un poco difusos. Así y todo vengo conforme con la producción y, por primera vez, creo que va a tener un final. El otro tema que me ocupa, es mi labor periodística. Estoy produciendo una discreta cantidad de artículos que mezclan ficción y realidad y cuya trama principal es la Argentina. Poco a poco voy entendiendo que es lo que buscan los medios latinos, incluso ya coloqué uno en un diario. Se enterarán cuando lo vea publicado mas no serán partícipes del reparto del dinero.
Indudablemente debería moverme con mayor rapidez en busca de dinero, pero como este viene alcanzando bien y mi novela y escritos a buen ritmo, nada me apura o desespera demasiado.
Novedades, lo que se dice novedades, no hay. Salvo el clima, tan puntual en sus cambios como ya he contado. Está empezando el fresco, frío aun no ha hecho. Las estufas se prenden cada tanto. Lo que da deleite ver son los árboles y sus colores, muy bonitos, ya está. Más me llama la atención el cambio de color de las ardillas, supongo que están cambiando sus pelos. Por el momento son mitad gris y mitad coloradas, un poco extrañas y ya no tan lindas.
Con el descenso de la temperatura la gente se nota indecisa. Junto aun muchacho de remera pasa una chica con campera-guantes-gorro, quien estará más incómodo, solo ellos lo saben.
Tema que no me simpatiza para nada es Halloween, ¡qué fiesta pelotuda! Todo el mundo está tan pendiente de los preparativos, puertas de casas y jardines, negocios, supermercados; hace más de un mes que todo viene disfrazado de calabazas, ¿para qué? Vaya uno a saber, los bajitos van a pedir golosinas por las casas disfrazados y cagados de frío, pobrecitos, pensar que lo hacen por los padres y ni ellos se dan cuenta. En el jardín de Amparo va a haber la fiesta de Noche de Brujas (sí, es un colegio católico, pero ya les comenté que el marketing no conoce de religiones) los niños elegirán su calabaza, ¡qué emoción me da el puré que haré el primero de noviembre con la calabaza más cara de la historia!
Después vendrá el día de acción de gracias con su pavo correspondiente y más lejana, aunque los negocios la venden como si fuera mañana a la siesta: La Navidad.
Habrá que ver, pero me da la sensación que lo único que importa de los festejos son los preparativos, gastar plata comprando boludeces en función de una fecha, que al llegar, ya no tendrá demasiado sentido. Allá ellos, este año no me disfrazo de momia porque aumento el papel higiénico y con rollo de cocina queda feo.
No ocupo más de vuestro precioso (solo porque allá es primavera) tiempo. Por más que nada suceda, es innegable que cada minuto que pasa puede representar un hecho relatable, déjenmelo, que con un poco de esfuerzo e inventiva hasta le hago un cuentito. No les prometo belleza, pues son pocas las palabras que conozco, ni buena redacción (ya saben que me lleve lengua de 1º año con el profesor Valli), ni siquiera buena ortografía (aunque el Word hace milagros).
¡Mejor no me pidan nada! Que indudablemente, es lo que me mejor me sale.
CJS in NYC
¿CANCIÓN VS. POESIA?
“Una voz bella quien la tuviera, para cantarte toda la vida...
“La gota de rocío, del cielo se cayó, y en ella el amor mío la carita se lavó...”
“...Y cada vez más tu, y cada vez más yo, sin rastro de nosotros...”
“...Por eso niña te pido, que no me guardes rencor, yo no puedo darte amor, ni vos podes darme olvido...”
“...Busco acaso un encuentro, que me ilumine el día; y no hallo mas que puertas, que niegan lo que esconden...”
“...me gusta estar al lado del camino, fumando el humo mientras todo pasa, me gusta regresarme del olvido, para acordarme en sueños de mi casa,,,”
“...me cansé de amarte, no te quiero mas...”
“...solo el amor, engendra la maravilla...”
“...solo le pido a Dios, que el dolor no me sea indiferente...”
Que cosa linda la canción.
Que alternativa digna a la poesía.
Que sofisticación de la simpleza solo para transformarla en accesible.
Pasa el tiempo, a su trajín, mucho va quedando en el camino. A medida que las profesiones y los gustos cambian, el entorno secundario lo hace también.
Cuando fui estudiante, fueron mis compañeros del colegio a los que dirigí mis energías, luego los de la universidad y por ultimo los del profesorado.
Cuando la ganadería ocupó mi tiempo me volteé hacia colegas de oficio, consignatarios de hacienda, agrónomos y veterinarios.
Cada vez que tuve que vender algo, fueran pasajes de avión, abrasivos o vinílicos; ahí estaban los clientes como principal fuente de desvelos.
Durante años ocupé una especie de gerencia en una clínica y fueron los deudores los que me tuvieron en vilo.
El año que la docencia me enamoró, mis alumnos ocuparon mis pensamientos, eso sí, la cuota de afecto fue mucho mayor.
Junto con esos sentimientos de segunda índole, se presentaron desordenados los principales.
Mis amigos ocuparon un papel trascendente en mi formación sociológica y cultural, muchas veces los consideré imprescindibles a mi vida, sin duda los eran y lo son, pero descubrí que la línea de afecto soporta largos períodos de incomunicación y desencuentros.
No fue casualidad que tuvieran todos ellos una estrecha relación con el arte, especialmente la música. Resultaba imprescindible una guitarra en los encuentros y no había problema en canjear charla por canciones, muchas veces más efectivas y unificadoras. Algunos se endeudaron en pos de editar sus discos o publicar sus versos, nunca recuperaron la inversión.
No sé bien por que razón aprobé con énfasis los discos y condené las publicaciones. Supongo que siempre las canciones me resultaron más accesibles que los poemas. Adueñarse de una canción es fácil, tararearla, cantarla o estropearla es algo placentero, no tiene tiempo ni lugar y la belleza de su poesía se incrementa con los acordes.
Hacerse de una poesía es más difícil, ingresa de otra manera, más bruta, más rígida; y su autor, nunca se retrae de sus versos.
Tímidamente fui poeta inadvertido, a la vez, tuve la osadía de componer algunas canciones que interpreté sin reparos ni vergüenzas a pesar de mi impericia técnica y vocal. Sentía que debía compartir las canciones, pero los versos... navegarán años silenciosos y solo verán la luz el día que no deba rendir cuentas de mis errores.
Así las cosas, hoy día que mi oficio es de escritor, quizás sean los lectores a quienes debiera enfocar mis energías, pero es mucho más complicado. La búsqueda de la belleza es demasiado propia como para orientarla hacia un grupo de personas, el conformismo no se logra con el éxito ni el fracaso, lo más probable es que muera sin conseguirlo.
Mientras tanto tendré que ocuparme de mis afectos primarios (amigos, familia), siempre proveedores de sentimientos importantes y que, al menos por un rato, me hacen olvidar de la cantidad de cosas que sé que no hago bien.
CJS in NYC
OTRAS YERBAS
Aquí la intención es relatar y compartir escritos de cualquier tipo y aceptar críticas. Cualquiera puede probar su pluma y cualquiera defenestrar al compañero.
Avanti
Ahi va un versito:
LOS HORARIOS DEL AMOR
Cuando temprano el amor
me golpeaba la ventana
no entendí lo que pasaba
y utilicé la razón.
Una tarde me encontró
despidiendo al de temprano
y tomándome la mano
los horarios me cambió.
Que raro el amor de día
le falta el halo de duda
y esa especie de locura
que da la noche a la vida.
Y una noche por fin apareció
yo lo estaba esperando hacia tiempo
y desconociendo el sentimiento
lo confundí con caricias y pasión.
Y esa noche de locura y emoción
de mimos obscuros y rock&roll
te quise tanto que por si acaso
me deje robar el corazón.
CJS
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