marzo 21, 2016

Todo por el bien comun



No me siento con derecho de ser anti K, sin embargo tengo todo el derecho a ser anti-todo. Incluso he criticado a muchos anti-K por lo bien que la estaban pasando estos años. Vivir afuera te limita el poder de crítica despiadada por un lado y por otro te brinda un panorama libre de fanatismos. Si algo no soy, por desgracia, es apasionado. Lo que creo es que siempre hay que criticar a los poderosos, al menos para sacarles esa sensación de impunidad y omnipotencia que suelen tener cuando están en la cima.

Mi profesora de Inglés de segundo, si bien yo no pretendía aprender, al menos podría haber encendido la mecha del entusiasmo por el idioma foráneo. No lo hizo Miss Clarita.
Cristina supo hacer lo que mi maestra fue incapaz, supo generar entusiasmo, incluso en personas inteligentes. Y eso es lo increíble, porque cuando escuchás gente que has respetado mucho en otras épocas defender cosas casi indefendibles, es imprescindible replantearte esas cosas y procurar girarlas hacia otro lado.  He tratado mucho y sigo tratando, no por el gobierno tan corrupto y soberbio que tuvimos sino por los muchos que lo apoyaron y todavía lo defienden.
Supongo que hay lugares que se ganaron y que ya ningún gobierno podrá remover como las AUH y las paritarias; que me parecen imprescindibles para el país y me encantaría que no fueran necesarias pero está comprobado que los empresarios son casi todos medio hijoeputas a la hora de pagar salarios.
Muchas otras cosas siempre me sonaron falsas, especialmente la apertura mental de Cristina y amigos. Se quedaron en el medio en algunos temas o mejor dicho pareciera como que se los regalaron al pueblo pero no a la elite gobernante.
-¿Algún importante miembro del gobierno salió del closet y aprovechó las bondades del matrimonio igualitario?
-¿Hubo personas de estratos sociales bajos en puestos claves dónde empatizar hubiera ayudado mucho? (Milagro Sala y Delia para el gobierno que se fue son, fueron y serán “cabezas” que mientras ayuden servirán y después serán dejados de lado
-¿Se avanzó culturalmente o sólo se puso plata para enfatizar las bondades del gobierno?
-¿Se hizo algo con seriedad o siempre las urgencias de la política y las inauguraciones dejaron todo medio berreta?
-¿No les parece que derrocharon demasiado dinero en ideología?
-¿Se hizo algo para controlar la delincuencia?
-¿Se interesaron por frenar la violencia?
-¿Cambiaron para mejor algo en la educación?
-¿Generaron igualdad? ¿Trataron de cambiar el racismo argentino? ¿Pregonaron con el ejemplo en algo? ¿Mandaron a sus hijos a las escuelas públicas que tanto elogiaban? ¿Se atendieron en los hospitales públicos que inauguraron? ¿Miraron la televisión “cultural” que impusieron? ¿Le creían al periodismo que los entronizaba?
-¿Lucharon contra la corrupción o la transformaron en un mal necesario?

Me pregunto eso y mucho más cada vez que pienso en intelectuales, amigos, buena gente que apoya incondicionalmente a las figuras de Néstor y Cristina. Néstor al menos era agradable pero Cristina suena como una mamá extremadamente hinchapelotas.

No creo en Macri, no me cae bien, pero espero que pueda cambiar un poco la política sacándole ideologías y poniéndole sentido común o mejor dicho enfocarse en el bien común
El bien común no tiene ideología, no es peronista, ni radical, ni católico, ni judío, ni comunista.
El bien común es garantizar justicia y oportunidades más o menos en forma pareja.
El bien común es controlar los abusos de los poderosos y si es necesario mandarlos en cana.
El bien común es respetar y aceptar las diferencias en todos los aspectos.
El bien común es no derrochar ni ostentar.
El bien común es lo que hace a un gobierno bueno o a un gobierno malo, el resto son pelotudeces.

Cruz Saubidet®
*Después de escuchar a Aliverti


marzo 14, 2016

Basic Humor

A mi me hace reír el absurdo, algunos pedos también, en especial si traen consigo el efecto sorpresa.
Yo no soy gracioso, tampoco soy “gaucho” aunque mi historia campesina me familiarice con tal anomalía. Ey, vos que sos gaucho, tocate una milonga. Te toco un blues, después una cumbia, después una balada y por último y detrás de varios vinos una milonga de esas que aprendí por estar. Se aprenden muchas cosas por estar, más allá de no sentir, el cerebro y las necesidades van incorporando elementos del paisaje.
Yo nunca fui gaucho pero puedo hacer varias cosas que hacen los gauchos e incluso tocar milongas. Tampoco he sido carnicero y te puedo cortar un buen asado de una vaca entera, ni contador y te puedo asentar, analizar, balancear y presupuestar el año que viene de tu empresa. Menos he sido costurero y te puedo hacer un zurcido invisible, un ruedo o pegar un botón o diseñar una camisa. O tejer una bufanda si querés.
Jamás fui plomero ni electricista, pero con paciencia te cambio los caños de la cocina y te instalo las luces de sótano.
Pero estaba diciendo que no soy gracioso, eso es terrible para mí porque es una de las pocas cosas (además de la química orgánica) que he tratado y no me ha salido. Para ser gracioso no hay que ser una luz de inteligente, basta con un poco de suspicacia a la hora de determinar el punto en el cuerpo o en el cerebro adonde tocar para causar la risa. Puedo asegurar que ese punto no es la espalda y paro de contar. Podría ser el culo que en este caso es como la continuación carnosa de la espalda y ahí si entendería por qué los pedos me causan risa. Pero no todos los pedos me hacen reír, y casi ninguna espalda por más tatuajes que tenga.
Es muy posible que la falta de práctica sea una de las causas de mi falta de gracia. Después de once años y varios momentos incómodos y casi violentos, he decidido que el humor en inglés no es mi fuerte, más que nada porque la ansiedad que representa la expulsión de un chiste y mi impericia con el idioma me han llevado a ser agresivo por hacerme el gracioso y equivocar un “you don’t like me” por un “I dont like you” o un “Fuck yourself” por un “Behave yourself”
Últimamente, y considerando la profesión de mi cónyuge, me estoy inclinando hacia el humor de gangosos, pero todavía estoy lejos de la perfección. Me dirán discriminador, puede ser pero yo no me ofendo cuando me critican el patinaje de las erres. Antes me divertían los chistes de ciegos y sordos, pero son muy simples a mi edad como los de Jaimito.
Si tuviera que hacer un podio de temas de humor, pondría los pedos primero, los gangosos después y por último aquellos que te hacen reír desconociendo el motivo, siendo absurdos o quizás tan entupidos que superan la barrera de la comprensión más básica tales como “con vaselina no pega pero patina” Debo tener un humor básico, hasta infantil, pero eso es de las pocas cosas que valoro de mi inmadurez.