noviembre 12, 2005

Su padre le puso Marco Cap.5


Amaneció nublado en Pirané, Rodrigo pasó una mala noche, un poco por el malestar físico que le provocaron los revolcones con Lucila y otro poco por los ronquidos de José que lo despertaban apenas conciliaba el sueño.
De esa manera, en cuanto los primeros rayos de luz invadieron la habitación, se levantó en silencio y caminó hasta la cocina del hotel. Solo una señora grandota por donde se la mirara calentaba ollas con diferentes mejunjes, quizá el desayuno de los huéspedes.
-¿No tiene un equipito de mate doña?
-Tome mijo. Llévese el termo azul, ya esta caliente. En la mesa esta el porongo y la yerba. Si quiere tomar dulce use el jarrito enlosao pa que el otro no agarre gusto.
-No se preocupe doña, amargo nomás tomo. Gracias.
-No hay de que muchacho.
Rodrigo agarró un banquito petizo y pesado y salió a la puerta. La vereda, la calle, la ciudad, el mundo estaba en silencio. Un silencio parecido al del Paraná pero seco. La ruta pasaba a una cuadra y los pocos camiones que cruzaban anunciaban su llegada con cinco minutos de anticipación.
El agua estaba justo y el mate fue preparado al estilo uruguayo a pesar de la boca pequeña. Mañas son mañas decía Rodrigo al momento que clavaba la bombilla en el porongo procurando una montañita de yerba casi al ras del borde.
Rodrigo quería pensar en Lucila, pero sus pensamientos volaban mas lejos, Paraná abajo, kilómetros y años. Muchas evocaciones le salían en pensamientos rimados y se sonreía como sintiéndose condenado a la vida errante.
Durante una hora cebó, tomó y pensó mates. El Sol formoseño se esforzaba por ganar altura, aunque por momentos parecía arrepentido y daba la sensación de perderse en el horizonte cargado de nubes oscuras. Al final ganaron las nubes y solo la claridad del día indicaba que ya serían cerca de las siete.
José apareció, el pelo mojado o engominado para atrás y los bigotes apuntando más al cielo que nunca. Le palmeó el hombro sin decir palabra y caminó hasta la esquina levantando los brazos y agachando el torso a cada paso.
Al regreso de los ejercicios le indicó que en media hora partirían.
Rodrigo amagó con ir a la pieza en busca de sus pertenencias pero recordó que su equipaje solo consistía en un par de alpargatas nuevas.
Salieron a la ruta después de llenar el tanque, contra los pronósticos la lluvia se demoraba. Anduvieron un trecho hacia el oeste y luego ingresaron en un camino angosto hacia el norte donde circularon por una hora y media. Llegaron a un pueblito llamado Gral. Sarmiento donde José hizo varias paradas bajando cajas y amarrándose los bolsillos. Por la cara parecía que las cosas iban bien. Al mediodía pararon en la puerta de un comedor y José le extendió unos pesos a Rodrigo para que almuerce.
-Pida la boleta para mis números, yo voy a hacer una visita, en un par de horas salimos.
Rodrigo esperó que siguiera en el auto pero no, José cruzó la calle y se internó en una casita sin siquiera tocar el timbre.
El calor se pegaba en la piel y la tierra volaba a causa de un viento norte caliente. Rodrigo dio una vuelta manzana saludando a los que cruzaba, luego entró al bar.
Una mesa de billar añosa y remendada y unas cuantas mesas eran todo. No había cuadros ni posters en las paredes gastadas, solo en el mostrador un trofeo de tamaño considerable denotaba un pequeño interés por la decoración. El despachante lo invitó a sentarse y le trajo una panera con galleta, después vendrían los ravioles, único menú del día.
-¡Rodrigo! Que anda haciendo por acá, como diez años que no lo veo.
Rodrig debió hurgar en sus recuerdos para reconocer al hombre. No lo logró.
-¿Cómo andan sus tías?
Con esa ayuda al menos pudo ubicar la geografía donde buscar. Lo miró de arriba abajo hasta que consiguió saber de quien se trataba.
-Supongo que bien, y usted que hace tan lejos de Carmelo.
-Me fui un tiempo después que usted, tema de polleras vio, ahora tengo una verdulería en este pueblo, ¿sabe que no había ninguna?
Con esos datos lo recordó claramente, el hombre era el verdulero de al lado de su casa, Don Cosme Rossini.
-Mas vale así. Yo ando a las vueltas, vivo en Corrientes pero algunos problemas me trajeron a estos pagos.
-¿Necesita algo?
-No, estoy acompañando a un amigo, a la tarde volvemos a Formosa y mañana me embarco pa Corrientes.
-¡Que chico el mundo! Encontrarlo acá, sabe que es la primera persona de mi vida anterior que veo en años.
-¿Ya almorzó?
No había almorzado así que compartieron la mesa y una charla llena de recuerdos de un pago borroso en la memoria de Rodrigo, recuerdos que estaba buscando desde la madrugada y por esas casualidades que solo la vida nómada regala, los tenía a pedir de oído.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El Sindicato Único del Mate es una organización sindical de cebadores y tomadores de mate profesionales vinculados al diseño gráfico. Fue fundado el 10 de junio del 2005 en Montevideo, Uruguay.

Cruz J. Saubidet dijo...

Debería hacerme socio. Tiene pagina Web?
Necesito una foto de un hombre solo tomando mate en la vereda.