febrero 28, 2008

¿Cómo escapar de la información?




¿Huir? Es casi imposible, la cultura de estos días nos va cerrando esa posibilidad. Mes a mes, descubren nuevos medios para clavarnos noticias y publicidad desde los lugares menos imaginados. ¡Y yo que observaba maravillado las fotos de las personas perdidas en los paquetes de yerba o los cartones de leche! Ese fue el comienzo, creo que fue el punto de inflexión que ayudó a los publicistas a dirigir sus crueles intenciones de vendernos cosas hacia porciones tan pequeñas como un paquete de chicles. Eso ya no me molesta tanto, al fin de cuentas no está en mis manos evitarlo.
Obviando la publicidad, hace un tiempo decidí vivir desinformado, dejar de leer diarios, revistas, portales de Internet y mirar televisión. Fue un total fracaso, porque me enteraba de las cosas igual, quizás de forma superficial, pero ese hecho me generaba una sensación de in-saciedad parecida a dejar de fumar. La información llega por todos lados, hasta los techos de los taxis tienen carteles electrónicos con noticias. Entrar a mirar los emails nos obliga a enterarnos de cosas que pasan en el mundo, los puestos de diarios hacen que no podamos evitar mirar las portadas e incluso, en medio de nuestra serie favorita, entre avisos de autos y cereales, un periodista nos da un avance sobre el noticiero que decidimos no ver nunca más.

Realmente me asusté de mí mismo, cuando sabía lo que le había pasado a París Hilton con mayor claridad que la crisis en Kenia. Y volví a leer los diarios.
No se puede, lo digo con seguridad y tristeza, no se puede escapar, los que nos informan y publicitan, son especialistas con miles de tretas bajo la manga para encontrarnos por más que queramos escondernos.
Leer una revista implica de entrada sortear al menos diez hojas de avisos antes de acceder al índice, no conformes con eso, hay muchas más entre sus hojas, casi siempre bien logradas y atractivas.
Las publicaciones con publicidad deberían ser gratuitas, así podría mermar el hecho de sentirme “tonto” al pagar por algo que me tratará de vender cosas. Es casi lo mismo que comprar ropa o gorras con inscripciones de “marcas”. Que me disculpen, pero si me van a poner un “GAP” (por decir alguno) gigante que yo me encargaré de pasear por todos lados, como mínimo regálenme el buzo. Nunca comprenderé a los que compran gorra de Marlboro.
Como ya dije, no puedo huir de esto, he tratado pero no; mi inconsistencia es superior a mis ideas. A veces pienso que debería sacarle a mi auto la chapita con la marca, a mis zapatillas el loguito y a mis camisas y pantalones los bordados que demuestran sus hacedores, pero los arruinaría. Por el momento, solo trato que sean chiquititos.
Como no quiero ser menos, instaré a ustedes a visitar mi NOVELA ON LINE, ya queda poco y no se aburrirán. Al menos es gratis. Por ahora….
Cruz J. Saubidet®