Blog de un escéptico servidor. "Creo que el kiwi no es una fruta" "Capaz si llegaron es porque transaron y si se mantuvieron es porque a muchos cag*ron." "Creo que Argentina ya no es lo que era, pero a mí me alcanza" "Me gusta más criticar que ser criticado, pero me controlo" "Está mal, pero para ponderar, me quedo callado"
enero 07, 2006
La competencia y yo (Diálogos conmigo mismo)
Todo es competencia, competencia atroz y casi siempre desleal. Digo desleal porque no existe la bondad en la competencia, el hecho de competir trae implícita la necesidad que otro sea vencido y por lo tanto menos feliz que uno.
Yo siempre competí, creo creer que es algo ecuánime a todos los humanos, pero suelo cruzarme con personas que parecen no poseer esa necesidad de superar a los demás.
Competir es lo que nos enseñan desde pequeños, “ganes o pierdas, lo importante es competir”. Mentira grande como una casa.
Perder duele más o menos según lo que esté en juego, pero siempre duele, siempre deja ese sabor amargo que solo se combate con un triunfo en la revancha.
-¿En que anda compitiendo ahora Saubidet?
-Estoy en etapa de revanchas y en algunos primeros encuentros.
-¿Se puede saber en qué?
-Para empezar, estoy compitiendo con usted a ser un respondón inteligente, supongo que es una revancha pues no siempre logro satisfacer mis deseos de respuesta.
-Usted sigue loco, dicen que en Salta apareció una virgen nueva y le dio un poder a una mujer que si te toca te desmayás, pero te despertás bastante acomodado.
-Mucho no creo en eso, aparte estoy un poco lejos de Argentina como para visitar a la doña.
-Ver para creer digo yo. Cielo, infierno, purgatorio parecen no ser suficientes.
-Veo que anduvo por Salta o al menos se pasó de Víctor Sueiro.
-¿Por qué me ataca Saubidet? Lo que pasa es que anoche vi “Constantine” y quedé medio meditabundo sabe.
-Debería meditar sobre mejores formas de perder el tiempo.
-Hábleme de la competencia entonces.
-De niño, yo debía competir por alguna caricia.
-¡Se viene la cursilería!
-¡Váyase a cagar! Si me toma el pelo no le cuento.
-Disculpe Cruz, cuente que me va a hacer llorar.
-Usted sabe como es el tema de las caricias en las familias numerosas, hay que esperar tal vez por meses la ocasión de recibir alguna.
-Es verdad.
-Creo que esa fue mi primera forma de competencia, con mis hermanas, por caricias maternas.
-¿Y como le fue?
-¡Pa lor to! Vio que yo no sé pedir, mis hermanas me ganaron siempre.
-¡Queselevaser! ¿Hasta que punto lo afectó esa carencia?
-¡No seamos pelotudos! Estamos hablando de la competencia. Mientras fui creciendo empecé a competir por otras cosas. Deportes, habilidades manuales, oratoria, amistades, etc. ¿Sabe en la única que gané? En aguantar la respiración bajo el agua.
-Me va a hacer llorar si sigue contándome esas cosas.
-No se me amargue. En la adolescencia surgieron nuevas competencias que me siguieron maltratando. Dejando de lado los deportes, procuré ser un tipo inteligente y de conversación profunda. No lo logré tampoco, mis amigos eran más profundos e inteligentes que yo y, sabe una cosa, solía dormirme durante esas charlas eternas que compartían.
-Pero Saubidet, que mal le ha ido en la vida.
-No se crea, esos amigos con los cuales no podía conversar, de alguna manera y por alguna causa seguían buscándome, por lo tanto yo salía triunfante en la competencia por ser el amigo con menos inquietudes.
-¿Y con las mujeres?
-Otro tema, mis amigos tenían novias y yo no, las mujeres no me hacían caso, o al menos yo no me daba cuenta del interés que me mostraban. Aunque fui el primero del grupo que debutó. No quiero dar detalles de mi iniciadora, pero el tema era la primera vez y yo gané.
-¡Lo felicito!
-Gracias. Como estudiante también gane la competencia de superar todo el colegio secundario sin estudiar. No es chiste, nunca estudié. Tampoco obedecí y sigo invicto en sumisión. No estoy genéticamente preparado para ser guiado y/o mandado por otra persona. Lo digo con orgullo y un poco de melancolía ya que de haber obedecido en ciertas ocasiones mi presente sería distinto.
-Veníamos bien y ya se me amarga...
-No se preocupe, estoy bien. Pasaron los años y continué compitiendo. Fui en más jodido del barrio, el mejor arruinador de chistes, en novio más desinteresado, el amigo más olvidadizo, el hijo más desagradecido, el hermano menos compañero.
-¡Usted fue una basura!
-Dependiendo de los parámetros. Recién me socialicé un poco a los 25 años, aunque seguí siendo un poco “sorete”, fui una persona medianamente “querida”.
Después me casé y por un tiempo dejé de competir, hasta que nació mi hija y mi amor y orgullo de padre me obligaron a hacerla competir. Así ella fue la más bonita, la más inteligente, la más cariñosa y yo, por supuesto, el mejor padre del mundo.
-Diga lo que diga, mi hija es más linda.
-¡No podemos comparar! Evite por favor pasar vergüenza.
Cuando me fui transformando en un hombre asentado y de bigote tupido, la competencia siguió guiando mis pasos, aunque le debo comentar que muchas veces suelo ocultar mi soberbia con humildad.
-¿Y en que compite ahora?
-Le digo esto y me voy, desde hace tiempo, centro mi competencia en ser un poco más feliz que el resto. Voy perdiendo, pero siempre hay una revancha esperando.
Cruz Joaquin Saubidet
Enero 7,2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario