mayo 19, 2008

Creo que no digo nada

Recrudece el instinto asesino como un eclipse desgarbado en la conciencia popular.
Recrudece el instinto perverso como si fuera más fácil de dominar que las bondades.
Recrudecen las orgías de intelecto pero dejando cada vez menos espacio.
Recrudecen los partos de criminales y va quedando poco tiempo.
Recrudecen en los pobres la pobreza y en los ricos la bajeza de sentirse tan alto.
Recrudece, en mi memoria, un nombre que no es tal cosa sino un ente más, cargado de significado
.
Se ordenan piezas que calzan, pero no corresponden.
Se ordenan ideas que traerán nuevas ideas para formar círculo de ideas que no llegará a ningún lado.
Se ordenan caminos, pero nadie los arregla para hacerlos transitables.
Se ordenan hombres, mujeres y niños por altura.

Se amenaza la seguridad individual en función de la grupal.
Se amenaza el pensamiento colectivo con el global.
Se amenaza el alimento con combustibles.
Se amenaza la vida con más vida.

Se siente olor a campo en una plaza rodeada de edificios.
Se siente que ya no recordamos el olor a campo.
Se siente triste la alegría y a veces alegre la alegría. La tristeza sigue triste.
Se sienten hinchadas de fútbol, pero poco significan.
Se sienten galopes de futuros presidentes subidos al caballo.

Se dificulta la empatía en estos tiempos donde los desastres hacen filas.
Se dificulta ser más feliz que el resto por eso de la culpa.
Se dificulta ser constante en las derrotas, pero mucho más en los triunfos.
Se dificulta el fracaso porque lo han diversificado y termina pareciendo otra cosa.

Se dificulta escribir con coherencia aunque sea lo único que quede.

Cruz J. Saubidet®

1 comentario:

Anónimo dijo...

Son de esos que escupen para arriba, que tienen paladar y bolsillo de coca cola, y que quieren cagar más alto que el culo.

Excelente Blog.