marzo 15, 2021

Despojado, friolento y entogado (El síndrome del impostor)

 El síndrome del impostor es un trastorno psicológico por el cual algunas personas exitosas sienten que no son merecedoras de sus logros. 

Eso para la gente común y corriente.

En los políticos se ve que funciona al revés.

Podría agregar otros rubros pero mejor no porque durante toda mi vida mis palabras me han hecho perder amistades. ¿Qué quiere escuchar la gente? Creo que la frase “tenés razón” es la más esperada. Y me  parece que yo no vine a este mundo  para decirla más que en caso de necesidad y urgencia.

Tengo una compañera de trabajo a la que le encanta decir “You re right” y cada vez que lo hace eleva el tono mucho y eso genera satisfacción en los destinatarios. Cada vez que me lo dice, yo en vez de agradecer o asentir, no, no me sale tampoco, no se por qué mierda ante el “You re right” contesto “maybe” “who knows” o “Just a point of view” y eso la descoloca un poco y como es “polite” no me manda a la mierda.

Al revés que mi difunta madre, mi genética no me permite elogiar mucho y, lo que es peor, es un dolor de huevos aceptar cumplidos. Debe ser el síndrome del impostor que me invade  porque en lo profundo de mí algo me asegura que la voy a terminar cagando.

Eso me pasó ya con la poesía. Durante un tiempo mis rimas fueron ponderadas y yo me envalentoné y les saqué espontaneidad tratando de darles una profundidad de la que carezco, y ahí la cagué, porque he encontrado versos cuyas metáforas ni yo puedo descifrar.

Por eso me voy a dedicar al stand up, mejor si es sentado por mis rodillas dañadas, no me voy a hacer mas problemas con tema profundos ni malasangre con la política. Todo será liviandad por unos meses, buscar el humor en las cosas simples y absurdas.

Por ejemplo, ¿Qué será de la vida de Hugo Varela? Debe ser un señor mayor a esta altura. Tiene cosas simpáticas aunque vaya uno a saber si se habrá deconstruido, más que nada en sus chistes sobre gays. A mí ya no me hacen gracia hace mucho tiempo pero puedo afirmar que  a muchos sí porque todavía me llegan whatsapps en algunos grupos con esa categoría y siempre me generan el mismo rechazo o quizá sea tristeza imaginando a los que se ríen. Por otro lado, y esto me deja mal parado, todavía me hacen gracia los chistes de gangosos, perdón. Pero volviendo a Hugo Varela, lo que me lo trajo a la cabeza es la imagen de tiempos de pandemia donde él sacrifica su barbijo en lugar de la corbata.

También estuve meditando sobre la incomodidad en el vestir. Creo que el taco alto debe ser insoportable aunque tiene la capacidad de levantar el culo de las usuarias. En cambio, la falda o pollera me parece lo máximo en comodidad, estoy pensando seriamente en adquirir una kill XL y andar por la vida con libertad en las partes culturalmente aprisionadas en los hombres. No olvidemos que el Imperio romano se forjó con hombres empollerados o entogados.

Otra incomodidad que siempre me llamó la atención son los anteojos Ray Ban, una vez tuve unos y no se si yo soy un poco obsesivo, pero que venga la marca en el vidrio era molesto como una basura en el ojo.

Este año, en el cual me transformé en un desagradable friolento, empecé a usar medias de dormir o sea medias cuya su única función es abrigar los pies bajo las mantas. Siempre despotriqué contra ellas y tengo que admitir que están buenísimas y no aprietan. ¡En qué me he convertido!

Todavía me falta para ser gracioso, debo confesar que hoy entré a Twitter y a las 5 de la mañana me desvelé y escuché a María O’Donnell. Supongo que es un proceso y me llevará un tiempo despojarme de todas las cosas serias de este mundo, pa colmo el miércoles tengo reunión con la maestra de Simón. Queselevacer.

Cruz J. Saubidet®

marzo 08, 2021

El otro día tuve una revelación: 10 x 10 = 100

Después de conversar con muchos peronistas / kirchneristas amigos e inteligentes, he comprobado que para todos ellos la coima de entre 10 y 15% es sistemática y ¿necesaria?

La respuesta “corrupción hubo siempre” repiquetea en todos los casos con una liviandad escalofriante.

A mí me suena mal y hasta feo, pero parece que la política necesita de ese combustible que la fortalece y la convierte en la maravilla que tenemos hoy en día.

Yo pienso en la cantidad de obras que podrían realizarse con esa porción de plata, pero es algo que no está en discusión, algo que la historia ha aceptado y para muchos es correcto.

En mi experiencia trabajando para empresas privadas, muchas veces me he encontrado con proveedores que, sin siquiera yo solicitarlo, daban por sentado que como encargado de compras me correspondía el 10% y por ende un sobreprecio (porque no van a sacarlo de sus beneficios). Eso me llevó a dejar de comprar a muchos. Llevado a la política donde las arcas son públicas y aunque de todos, de nadie, se nubla un poco la moralidad de la coima y se convierte en algo aceptado. Y mientras siga de esa manera y sea considerado aceptable por gran parte de electorado comprar 10 garrafas para una comuna van a significar 8 o 9 para la gente, arreglar un camino de 20 km quizás van a ser 20 km. pero con una capa menos de ripio, una escuela de 8 aulas va a tener 7, un remedio o tratamiento va a costar más (en la salud el retorno es por encima del 20%), se van a comprar 100 árboles y plantar con suerte 80, y así todo, desde lo más chico hasta el tomógrafo de 100 millones.

Por eso estamos en el horno como país, porque lo que nos molesta de la política está instalado en la sociedad y cuando alguien intenta cambiarlo no solo se encuentra con el peronismo sino con la ciudadanía acostumbrada a manipular el sistema para sacar su ventajita. Hay muchos que no, pero muchísimos que sí. Que las licencias incomprobables de los empleados públicos, que las filas especiales para acomodados, que votar a personajes con niveles de riqueza imposibles para un empleado público, que dejarse manejar por gremialistas millonarios, que fiscales y jueces que tranzan sin reparos, que policías que controlan la venta de drogas, que periodistas que defienden y aplauden hasta el despegue de un avión o la estupidez de Macri cuando eliminó el cepo y no quiero seguir porque quiero trabajar en mi show de Stand-up aunque la realidad no me ayuda.

El otro día tuve una revelación: 10 x 10 = 100. De tan simple da miedo. Y sin contradecir a unos y a otros. La frase se afanaron un PBI, tan denostada por el kirchnerismo es real y aceptada por ellos. Porque si la corrupción y la coima no son un problema, y los retornos aceptados por casi todos van del 10 al 20%, en 12 años se quedaron con un PBI por debajo de las patas. ¿Quién se asusta? ¿Y los 40.000 Millones de Macri? Nunca voy a defender a Macri porque representa n sector feo y oscuro de Argentina y gobernó para el ojete.

En cambio a Vidal la banco (vengan de a uno) estoy convencido de que Macri le jugó feo y la dejó sola haciendo los cambios profundos y molestos que le costaron perder con el “ministro de economía de Cristina” que revirtió todos los cambios y devolvió a la provincia a sus peores épocas de inseguridad, drogas, corrupción y violencia.

Alberto Fernández es lo que es, sigue siendo el mismo que se acomoda dónde lo dejan tener su cuota de poder, se dejó usar y poner de presidente, allá los que lo votaron. Allá los que confiaron que podría ser otro Alberto Fernández que el que es, ¿va a cambiar porque algunos periodistas lo consideraran un moderado? No, desde que le sigo sus idas y venidas nunca cambió para mejor y a esta altura es complicado. Queselevacer

CRUZ SAUBIDET®

 

marzo 01, 2021

El sexo y la comida o la comida y el sexo.



Luego del fracaso de las utopías socialistas, las inocencias de la Acción católica, el desparpajo de la secta Moon y de descubrir (no sin una gran tristeza) que no vale la pena cambiar el mundo porque todos los cambios hasta la fecha fueron para peor, a los seres humanos solo nos quedan dos elementos para evitar caer en el abismo de la desesperación. En realidad se trata de los mismos dos elementos de siempre, pero la evolución de la humanidad nos ha querido hacer creer que la vida podría llegar a tener otros fines.
Desde un programador de retorcidos programas informáticos, pasando por un vendedor de seguros, una ejecutiva, actriz, hasta un albañil, hombres y mujeres buscan un único y anhelado fin para sus vidas: comer y coger bien.
Por supuesto que hay miles de componentes que podrían confundirnos y hasta hacernos convencer que los caminos de la vida buscan otras consumaciones, pero si hurgamos profundo concluiremos que los placeres humanos están guiados por esos dos factores.
Todo, absolutamente todo nuestro andar por esta corta vida es buscar algo que los más positivistas llaman felicidad y que yo le llamo, de negativista nomás, pequeñas alegrías. Hay muchas cosas que nos producen sensaciones gratas, pero suelen estar relacionadas o al menos tener un fin común: la comida y el sexo.
El arte sin sensualidad no sería nada, mirar un cuadro, leer un libro, mirar una película o escuchar música nos producen diferentes sensaciones, estas no estarían conclusas si no rematáramos ese efecto placentero con una buena dosis de sexo, porque el placer sin la concreción orgásmica es placer a medias, le falta un poquito.
Triunfar en la vida y ser exitoso en lo que se hiciere, no significaría nada si no se trasladaran aquellos logros a la mesa y a la cama. ¿Exagero?
El sexo y la comida son amplios, y vale todo en ellos. Hay personas a las que les gusta el sushi o la berenjena, el vino o la cerveza para acompañar; otros que disfrutan un trozo casi crudo de carne y no necesitan acompañarlo con lechuga; algunos prefieren grandes porciones y otro poquito pero variado, hay paladares que no soportan altas temperaturas y otros a los que la tibieza los lastima; hay grandes comedores de hamburguesas con queso mientras otros disfrutan del caviar. Hay personas que prefieren el sexo solitario, o de a dos, de a tres o más; algunos prefieren hacerlo con un congénere, otros con una pareja de otro sexo mientras las sesiones grupales colman las expectativas de muchos. Generalmente el más “natural” y barato suele ser de a dos, en una cama y con la puerta cerrada, así y todo es posible que llene las esperanzas de ambos.
El sexo y la comida son compatibles, aunque recomiendo ordenarlos de manera que no se molesten entre sí. La cultura nos obliga a ocupar la noche para tales menesteres, pero si la comida es abundante y previa al acto es posible que genere incomodidades, aunque si el sexo precede a la comida, esta será disfrutada y el sexo realizado con liviandad.

En algunas culturas se come más de lo que se coge, suelen ser las más desarrolladas económicamente, en cambio en las sociedades más pobres se coge más de lo que se come.
Ambas tendencias son negativas, porque focalizar las energías en uno de los dos pilares genera irremediablemente un progresivo e inconsciente abandono del otro.
En las sociedades ricas, el exceso de comida provoca obesidad y por ende coarta la buena predisposición física para una práctica activa del sexo, además de volverlos/as poco atractivos a la hora de un buen revolcón. Me dirán algunos que hay belleza en la gordura, puede ser, pero no demasiado y me refiero a gordura grande.
En cambio, las culturas mal alimentadas, utilizan el sexo como único medio de placer, y al ser lo único se torna peligroso. Las enfermedades infectocontagiosas por vía sexual y el descontrol de la natalidad generan un círculo vicioso del cual es muy complicado salir, dado que son generadores de más hambre.
De esa manera, cuando personas de países pobres emigran hacia sociedades ricas, llevan implícito un trueque de sexo por comida. Algunas sociedades lo aceptan gustosas, otras son más reacias, incluso se hacen las desentendidas y se quejan mientras aprovechan el cambio.
También se da lo opuesto, aunque en menor medida, personas de países ricos visitan países pobres en función del mismo trueque, pero no quiero hablar del tema.

El tema da para mucho, pero es viernes y el fin de semana me pisa los talones.


febrero 08, 2021

Yo me divierto barato

 

Esta historia tiene conexiones lejanas e incongruentes, hay que armarla sin apuro. Como ya conté, en la universidad tuve una amiga cuyo deseo más profundo era ser actriz porno y que alguna vez me utilizó como sparring antes de sus pruebas fallidas dentro de la industria.(aquí el cuento) Como parte del entrenamiento, miramos muchas películas, muchas, y en una de ellas nos encontramos con un personaje que se me parecía bastante. La película en cuestión, de principio de los noventas, se llama “Mátame sin dolor” y es española y muy parecida a todas las películas condicionadas de esa época.

Como escritor de tiempo cada vez más parcial, de cierta manera y sin mucho esfuerzo busco la viralización de mis escritos o audios. Eso no estaría sucediendo y algo ocurre con la gente que me lee porque si bien por sus comentarios han disfrutado del relato, no es suficiente para compartirlo y abrirlo a un público más amplio. No reniego de eso, quizás me gustaría que al menos mi familia lo hiciera, pero no me voy a quejar.

Hace casi dos años, hice algo que me demostró que la viralización no siempre está en las redes sociales. Ya lo contó Yuval Harari en su libro Sapiens, el gran cambio de la humanidad se originó en el concepto de “chisme” y hacia ahí voy.

Hace casi dos años, para darle una mano y porque me convenía, contraté al hijo de una compañera de trabajo para hacer unos arreglos en casa. El muchacho en cuestión hizo bien el trabajo y conversamos en algún descanso. En medio de la charla intrascendente y en inglés que cuando es tímido es difícil de entender, el muchacho me preguntó si yo era policía.

-¿Policía? Pregunté, ¿por qué pensaste eso?

-Tiene aspecto de policía, y como trabaja en el Town, pensé eso.

-No, trabajo con números- le dije al momento que se me vino la idea a la cabeza y ya no pude sacármela. –Muchos me han dicho que tengo pinta de policía o de actor porno-

-No me parece, de policía sí.

-Sin embargo, allá por los noventa hice un par de películas XXX en España. Incluso en una el personaje era policía.

-¡No bromee!

-Es un pasado mucho más lejano que mi vida en este país. No lo cuento mucho porque no fui un gran actor, solo una película tuvo un poco de éxito. Se llama“Mátame sin dolor” o “kill me without pain” de 1992.

Entonces cambié de tema a la familia, los autos y las máquinas quitanieves.

Y el tiempo pasó y siguió pasando y olvidé esa charla. La gente en el trabajo es muy correcta a la vez que yo soy silencioso y no suelo dar pie a la confianza. Pero hay un personaje, un hombre de 72 años director de un departamento con el cual me permito bromear de cuando en vez y muchas veces me pide ayuda con algunos personaje que solo hablan español.

Hace un mes, mientras conversábamos de una película argentina, me largó al pasar:

-“I watched your movie, good staff” (miré tu película, buena)

-My movie? (mí película?)

-Yep, something like “killing with no pain”, old movie, interesting you look good and de actress is beautiful. (Sí, algo así como mátame sin dolor, vieja, interesante, te ves bien y la actriz es preciosa)

 

Entonces es menos de un segundo tuve que decidir que hacer con la mentira. Y decidí seguir adelante.

-Was in another life, but thanks, y appreciate your comments.

-Good staff, good staff. What was your stage name? (Buena, Buena, ¿cual era tu seudónimo?

-Old times, old memories, ¡who cares about my pseudonym! (Viejos tiempos y recuerdos, ¿A quién le importa mi seudónimo?)

Y cambiamos de tema.

Y me quedé pensando sobre la viralización de un chisme. Y me quedé pensando en la cantidad de charlas donde este hombre se mordió la lengua para no comentarme del tema.

Y me quedé pensando en la posibilidad de que toda la municipalidad esté convencida acerca de mi pasado actoral.

Y me divierte la idea y desde hace un mes que trato de dirigir las charlas hacia los gustos cinematográficos sin haber logrado aún que nadie me sugiera siquiera haber escuchado de mi película. Son todos muy respetuosos y yo me divierto barato.

Queselevacer.

El VIDEO: https://youtu.be/gXAMEKhhv48

Cruz Saubidet


El amor es magia, el resto es literatura

 

Estar contaminados de cine y series muchas veces nos hace pensar que una intuición o un sueño tienen grandes posibilidades de ocurrir. Ya dice el dicho que si soñás que te morís, te morís y mucho más terrible si te cagás, pero no conozco casos fuera de la ficción. Yo no conozco, pero mi amigo Bob (en realidad de llama Roberto pero usa chaleco sin mangas) es un convencido de cuanta teoría conspirativa o premonitoria anda a las vueltas. Alguna vez llegó a asustarme. Un día se le metió en la cabeza que me estaban por asesinar y que posiblemente él sería el autor y que, aunque me quería mucho, no había forma de enfrentar al destino. Lo mandé a la mierda y dejé de verlo por un mes hasta que descubrí que sus palabras estaban influenciadas por la canción Obediencia Debida de la efímera banda Instrucción Cívica, de la que saldría Kevin Johansen. Corría el año 1987 y la letra: Creo que hubo un malentendido/ yo a vos no te quise matar/ las ordenes se cumplen no se piensan/ ¡y ahí estas!”  Convenció a Bob que estaba escrita para él y que tarde o temprano me iba a tener que asesinar. Como verán no logró el objetivo pero fue la primera señal de alarma que mi amigo me regaló. Y la primera “Sevillana” que empecé a cargar en mi bolsillo, por las dudas.

Cuando los ánimos se calmaron y me juró que mi destino ya no estaba en sus manos retornamos a las aguas tormentosas de nuestra amistad. Hicimos muchas cosas juntos, yo desde mi pragmatismo y Bob desde la compleja significación de cada acción. Una chicharra fuera de época traía aparejada una invasión alienígena y si algún policía nos pedía documentos era al menos la CIA vigilándonos.

Dejando de lado a Roberto, que ya me ha regalado varias historias con múltiples apelativos, hace unos días que vengo pensando en la idea que tenemos del futuro y cómo amoldamos nuestros planes de acuerdo a percepciones sobrenaturales. Desde ya que no me refiero al trabajo ni a las finanzas, en esos casos un plan es factible y realizable en el mundo real, también hay factores que pueden influir pero son más fáciles de mantener a raya.

Ahora bien, nuestra vida afectiva y espiritual suele correr por vías mucho más delgadas y escurridizas. Muchos hemos mamado y deseado formar una familia dentro de los valores culturales que supieron enseñarnos personas equivocadas. Esos famosos valores un poco retrógrados por suerte están cambiando y ya son pocos los que prefieren vivir en un estado de masoquismo antes de romper con estándares la mayoría de las veces religiosos.

No reniego de la familia, aunque en general es más reconfortante para los hijos que para los padres, y está bien que así sea dado que los culpables de traer un hijo al mundo son los progenitores. Muchos no lo entienden todavía, pero la unidad de un matrimonio no se trata de tolerancia, compañerismo, afecto ni comunicación, o sí, también, pero nada eso es suficiente para mantener a una pareja unida y ahí entra el factor sobrenatural por excelencia llamado suerte. Y no me vengan con la cursilería de que todo se trata de amor. No reniego del amor, pero conseguir que el afecto se mantenga más o menos equilibrado entre dos personas a través de los años es algo de tinte sobrenatural. Todas las relaciones afectivas están signadas por el factor suerte, que es el que logra que dos personas independientes encastren y se sientan cómodas. La suerte radica en lo perdurable de las relaciones considerando lo efímero que es todo en nuestra vida.

Hace un tiempo hice una encuesta a muchas personas que convivían con sus parejas, la pregunta era: ¿Pensás que el amor entre dos puede existir porque ambos comparten el mismo concepto sobre el enamoramiento o porque las diferencias de concepto “amor” al menos no generan un cortocircuito? Ganó por goleada la diferencia entre el concepto de “amor” lo cual agrega puntos a favor a lo sobrenatural de las relaciones afectivas. Tenemos todos una idea más o menos uniforme y teórica acerca del amor, pero yo estoy convencido que es como las huellas digitales, diferente en cada persona, por eso considero magia que dos personas se enamoren.

No se comparte el amor, se lo brinda y se lo recibe siendo bien diferentes ambos, por eso es tan impresionante que el amor que uno puede brindar calce justo en alguien que lo recibe y viceversa, siendo los dos amores tan diferentes entre si. Por eso no me gusta la literatura romántica en casi ningún formato, por eso prefiero a Sabina que a Montaner, por eso me quedo con los relatos en primera persona. El enamorado nunca sabrá cómo es amado, sólo le queda estar conforme y feliz con lo que recibe y desde ese lugar brindar lo que pueda. El amor es magia, señores, no busquen otra explicación. La media naranja no existe, existe algo sobrenatural que logra encastrar partes de dos personas y acercarlos a una dicha. El resto es literatura y yo no sé nada de eso.

El VIDEO: https://youtu.be/ISq1Cjs9d2s

CRUZ SAUBIDET®

enero 11, 2021

Pensamientos desordenados y livianos volumen XXII:

 

Hace tiempo que escribo enojado y prefiero no compartirlo, ayer me pasó lo mismo pero decidí compartirlo, porque mal que mal, es lo que anda por mi cabeza en estos días de frio y encierro y ha generado esta serie de pensamientos:

La realidad está demasiado complicada. A pesar de las predicciones de un mundo mejor pos-pandemia, son pocas las cosas positivas que dejó el 2020 e incluso parece que la pos-plaga está bastante lejos todavía. Fue el año pasado el que emparejó a algunos germofóbicos con la gente de bien, incluso Poncio Pilatos dejó de ser estigmatizado ante la generalización del fregado de manos. Muchos comenzaron la cuarentena con cierta ilusión de cambio real y profundo, pero quizá por la baja mortalidad del virus o vaya a saber qué, nada cambió y el mundo sigue igual de complicado pero con barbijo.

Aquí y allá.

Y es que trato de combinar dos mundos siendo el de Argentina el que vive en mi cabeza mucho tiempo y el de estos pagos, el que trato de vivir en carne y hueso y enfrentar los problemas cotidianos como mejor me sale. Quiero creer que todo el mundo tiene al menos dos lugares en su cabeza y que se retroalimentan el uno con el otro dejando un sabor amargo y dulce a la vez. No importa mucho la distancia entre ellos, no siempre es eso lo que los separa aunque la posibilidad de unirlos se complica un poquito cada mil kilómetros.

 

Me gusta pensar que vienen años felices, ojalá sea cierto, porque si bien ya no seré un deportista de elite ni un físico nuclear, si la salud me acompaña y el sentimiento de libertad sigue creciendo tal vez, quien sabe.

El pasado me ha regalado maravillosas personas y con muy pocas he estado de acuerdo. En los albores de la pandemia me comuniqué con amigos lejanos en el tiempo. Eso los primeros tres meses, en mayo abandoné casi todo y mis amigos alejados se ve que también porque casi no recibí llamados. A veces sigo siendo naif pero ya se me va a pasar.

Me gusta valorar la diferencia y discutir sin el peligro del enojo, o si hubiere enojo, sin el temor a la enemistad. Tengo que admitir que hay gente que no me gusta sin razón, pero lo más terrible es que hay gente que me cae bien sin ningún sentido. Supongo que puedo percibir sensaciones gatunas y eso me acerca o me aleja de las personas.

Como hombre de poca fe, mi vida interior es un poco menos atractiva que mi belleza física. No se trata de religión solamente, aunque también, sino de la mayoría de las cosas. Nunca tuve fe en los gobernantes. Soy receloso de la política ideológica porque no creo que los que la lideran conserven la ideología de sus seguidores. Respeto a los jóvenes idealistas y si manifiestan en pelotas me parece fantástico. A los más grandecitos ya los miro con un poco de prejuicio, especialmente cuando no modifican sus conceptos a pesar de los fracasos comprobados. Entonces me aseguran que no fracasaron sino que los hicieron naufragar las grandes potencias, y yo que la corrupción ayudó bastante y que está a ojos vista, y ellos ya me saltan con que soy gorila (la fácil) y yo que si algo no soy es gorila pero que la cagaron con el comentario y bueh.

No hay forma de cambiar las cosas en profundidad sino de forma consecuente. Y ahí, las ideologías de cualquier extremo suelen cagarla, fundamentalmente por priorizar la politiquería y la falsa épica con la realidad. ¿Cuál es la realidad? No estoy seguro, pero una distribución mas justa de la riqueza y la justicia sería un buen comienzo. ¿Cómo? Ayudaría mucho que hubiera gente honrada a cargo, cosa que sería revolucionaria y épica de verdad.

Siempre he caminado con personas con las que no comparto filosofías ni ideales, pienso que es mejor así, nunca necesité compartir más que momentos, siempre trabajé solo y nunca formé parte por mucho tiempo de un grupo político, cultural, filosófico o social. Porque hay lugares comunes que no ameritan ni una charla, La Libertad por ejemplo, ¿Quién va a ser tan hijoeputa para pretender coartar libertades? Después de pensar un rato, descubrí que hay muchos.

Pensamos, creemos que somos libres y criticamos a los que supuestamente nos quitan la libertad a la vez que elogiamos a los que aparentemente nos la proporcionan.

A veces pienso que la libertad está más emparentada con la soledad que con la felicidad.

Pensar en libertad como la capacidad de trasladarte sin que te controlen es algo, pero sabe a poco.

El mundo nunca tuvo en cuenta la libertad como bien esencial, desde que la gente se empezó a organizar, la base del poder fue quitar libertades y así con la obediencia alcanzar prosperidad y de paso hacerse rico y, ya que pinta, conquistar a los vecinos.

Tampoco la libertad de máxima pureza es para cualquiera, es una falacia creer que la mayoría la pretende, yo creo que son pocos los que se animan a ejercerla.

Muchos se sienten más seguros si otro se hace cargo de sus problemas sin que les importe una mierda que ese detalle le saca libertades. Incluso muchas de las libertades robadas permiten vivir con cierta dignidad. Nadie crea ser libre, es una utopía más preocupante que la felicidad plena.

Suena feo, pero perder la libertad no siempre es terrible, basta con mirar gente que se enamora, o que trabaja para otros, que paga una hipoteca, que tiene un auto o tiene hijos que es el mayor porcentaje posible de pérdida.

Por eso no creo a quienes luchan por las libertades desde un lugar de mayor libertad.

A todos nos gustaría que nuestras propias reglas rigieran cada vez que nos hacen falta. Pero no. Casi siempre jugamos con reglas de otros, o leyes o tradiciones. Al momento de jugar, aceptamos las reglas. Podemos no aceptarlas y no jugar, o tratar de cambiar las normas, pero al rebelarnos debemos tener en cuenta que una revolución, hasta que triunfa, juega con las reglas del sistema anterior. Muchas revoluciones fueron imprescindibles, otras tantas impresentables y la historia se encargó (o se encargará) de ponerlas en su lugar.

Mientras tanto, en este mundo desgastado a lijazos de soberbia y con las soluciones cada vez más alejadas, sólo me queda esperar el retorno de una cualidad que alguna vez el mundo tuvo y que se está perdiendo: La sutileza. La vara ha descendido tanto que ya nadie pretende siquiera un buen uso de las palabras a la hora de mentirnos. Antes era más lindo y factible compartir las grandes diferencias con otros, pero estos tiempos es casi imposible exponer ideas sin recibir una agresión. Lo que lamento es que se ha perdido la sutileza y que hoy en día el insulto sea la respuesta más factible. ¡Váyanse a la mierda, pelotudes! De onda lo digo. Debe ser que es más liberador denostar un pensamiento que acomodarlo y digerirlo en una charla. Parte de mi deconstrucción 2020 fue convencerme de que no hay muchas verdades, hay muchos puntos de vista.

Y esto no es argentino solamente, en el país donde vivo terminó la presidencia menos sutil en mucho tiempo y el que viene no se destaca por su discurso. Porque una cualidad con la que los políticos contaban era la sutileza, no siempre sensible, pero al menos agradable de oír. Aquella cualidad que sin necesidad de ser buena o mala cumplía una función imprescindible para las almas como la mía: embellecía.

 CRUZ J. SAUBIDET®


enero 05, 2021

Sobre el desprecio y el Rock&Roll


Siempre quise ser músico, de esos buenos, mas mis dedos nunca respondieron a mi oído y mi voz fue incapaz de armonizar con la guitarra, por eso ando escribiendo por el mundo, no por vocación ni amor por las letras sino por simple y llana frustración ante mi incapacidad musical. 
Pero esto no se trata de mí, al fin de cuentas a quien le importa, esto es acerca de música y odios vicerales. 
 El riff de Joselo Manrique o Nortencho era fácilmente reconocible, casi todas sus canciones comenzaban igual y se diferenciaban después de treinta segundos. La idea estaba buena, el efecto sorpresa era real y los fanáticos no podían reconocer lo que se venía por los primeros acordes. Gustaba y molestaba a la vez y eso explicaba su convocatoria a la hora de las presentaciones. 
 Nortencho tenía plata por su familia dueña de una fábrica de productos plásticos dónde trabajaba de lunes a viernes de once a cuatro de la tarde, porque a pesar de ser una estrella de rock o algo así, debía mantener la empresa a flote junto con sus dos hermanas. 
 Gracias a sus ingresos como empresario podía darse algunos lujos poco comunes en una banda poco exitosa. Tenían un camioncito donde guardaban los equipos, una sala de ensayo en la parte de atrás de la fábrica y lo más importante; estaban los tres bien alimentados. 

 Mario Estittoli era un virtuoso de la guitarra, la púa y los dedos se hacían invisibles en los largos solos de cada una de sus canciones. Si bien el público junto al escenario valoraba los solos e idolatraba a Mario, con el tiempo muchos de sus seguidores comenzaron a aburrirse al detectar inconscientemente cierta soberbia en el músico. De esa manera, mes tras mes metían menos gente en los lugares de rock que no eran tantos en la zona norte del conurbano. Joselo y Mario tocaron muchas veces en la misma noche o en shows barriales al aire libre, y a pesar de que nunca se tuvieron cariño ni respeto siempre se saludaron con fingida amistad. 

 Musicalmente no estaban muy lejos, power trío, ambos en busca de una mezcla metal sinfónica, ambos líderes de sus bandas, ambos poco innovadores aunque Nortencho consideraba que su originalidad al comienzo de todos sus temas era insuperable y Mario alardeaba de su capacidad con los solos y letras de contenido social. 
 En el circuito de Rock&Roll de zona norte, allá por el 2000 había unas veinte o veinticinco bandas y Mario y Nortencho punteaban en el ranking humilde de convocatoria y eran de la pequeña elite de los que cobraban unos mangos sin depender de las entradas vendidas. 

 La crisis del 2001 afectó a ambas y Mario fue el más perjudicado por la falta de dinero y energía del público a la vez que Joselo decidió enfocarse en los plásticos para evitar la quiebra de la empresa. Nunca desarmaron las bandas pero Mario tuvo que aceptar un trabajo de guitarrista en un grupo bastante exitoso de zona oeste, empleo que no disfrutaba y que lastimaba mucho su ego ya que se consideraba muy superior al líder de la “mercenaria agrupación”. 

 En 2002 el baterista de Mario se mudó a Brasil junto con el bajista de Joselo y un par de músicos de la zona hartos de cagarse de hambre. Ambos reemplazaron una y otra vez las ausencias pero no lograban encontrar la coordinación y armonía de antaño. Y a su vez el desprecio entre ambos creció por culparse mutuamente de las perdidas. 

 En 2003 un grupo de gran convocatoria tocaba en la plaza de San Isidro y Joselo y Mario fueron invitados como soportes. Tocaron tres temas cada uno y luego comenzó el recital principal. Sucedió que el cantante invitó a Mario y a Joselo por separado a tocar un cover de Pink Floyd (wish you were here) Así fue que Joselo subió al escenario con su riff de siempre y Mario se esforzaba por que su “solo” sonara perfecto y lograra tapar el chinguichingui de Joselo. En ese ida y vuelta estuvieron seis minutos para deleite del público que estaba presenciando una guerra maravillosa de guitarras y egos desde puntos opuestos de la tarima. Es difícil describir la música, pero si cerraba mis ojos había mucho odio y desprecio y a la vez belleza. 
 El cantante de la banda, que además producía, vislumbró la posibilidad de juntarlos y ver los resultados. No fue una tarea sencilla, los ensayos y la elección de canciones fueron batallas campales y hasta llegaron a encontrarse en el escenario habiendo practicado por separado las canciones de uno y otro. 
 Grabaron un CD con cuatro covers y tres canciones de cada uno. Hicieron tres presentaciones y las críticas fueron generosas. 
 Pero el desprecio entre ellos no decreció, todo lo contrario, y por eso decidieron dejar de tocar juntos. Un par de temas sonaron un tiempo en las radios, maravillosamente enojados y armoniosos. 

De vez en cuando los escucho y revivo esos años interesantes del rock. Después yo me vine a USA y el Kirchnerismo les sacó a casi todos los músicos el enojo opositor indispensable para la buena creación. Pero no importa, con Joselo y Mario aprendí que muchas veces el odio puede generar cosas muy buenas y que el amor está extremadamente sobrevaluado como elemento creador.

Cruz J. Saubidet®