mayo 23, 2008

Olor a campo

Argentina es un crisol de soledades donde todos creen que tiran juntos pero nadie es el primero en agarrar la soga.
La van a bajar” me aseguró tiempo atrás un conocido que sabe de política. Yo pensé que no, porque creía que era una mujer fuerte e inteligente. Sus pocos meses de mandato vienen demostrando lo contrario. Así y todo, espero que no la bajen.
Los dos últimos años del gobierno de Néstor Kirchner y los meses de su esposa, se han mostrado opacos. Creo que esa es la palabra para definir lo que han hecho, porque algo han hecho, pero dentro de una opacidad coloreada de demagogia, populismo y falta de sentido común; y esos no son colores lindos.
¿Por qué están rodeados de gente mala? Mi única explicación es que ellos también lo son. Tener pegados a los gremios, a D’elia y a muchos otros atorrantes visibles, hace pensar que son “del palo”.
El problema con la gente del campo demuestra que no tienen buenos asesores. Hasta el más “pelotudo” se habría dado cuenta de los problemas que traería el aumento de las retenciones. Claro, los asesores tienen posiblemente un dejo de resentimiento hacia los terratenientes producto de sus años de lucha. ¿Seguirán luchando?

También está la posibilidad de que desde dentro del gobierno, quieran bajar a la “señora”, pero hay que ser muy mal pensado para especular eso.
Hay otro mito cada vez menos popular: “el dueño de un campo no labura” Eso fue hace muchos años, pero muchos, en la época en que los terratenientes pasaban años en París a costillas de los regalos recibidos de gobiernos desenfocados. Pero incluso esas familias (quedan muchas), han sufrido el paso de las generaciones; y el desglosamiento de las herencias los ha dejado sin extensiones inverosímiles. Porque esas grandes familias tenían (y tienen) la costumbre de procrear al por mayor. Hoy día tienen campos, pero si los dejasen librados al azar los perderían en un abrir y cerrar de ojos.
Los últimos años han sido buenos para los agricultores y ganaderos, pero estos venían de afrontar muchos años de precios irrisorios para sus granos y vacas. Muchos quedaron en el camino y debieron vender y otros tantos dejaron por ese tiempo de vivir de sus campos y pasaron a subsistir.
Los productores saben que este oasis de precios no durará por siempre, y es razonable que quieran exprimirlo.

El gobierno no entiende que “ganar dinero” no es malo si este proviene del trabajo y la producción. Lo feo es ser rico sin que se conozcan las causas.

Otro factor que el gobierno no interpreta es el deseo intrínseco de muchos argentinos de poseer su propio campo. Este deseo existe en casi todos y por lo tanto apoyarán a quienes sienten colegas al menos en sus ambiciones.

Creo que los gobiernos no son capaces de redistribuir riqueza alguna, la única forma de que eso suceda es con mucha producción y con muchos empresarios obligados a pagar salarios apropiados. Cuando los gobiernos distribuyen, no suele haber culpables de los “desperdicios” y mucho queda en el camino.
Hay mucho más para decir, pero hay que observar que pasa.
Cruz J. Saubidet®

1 comentario:

Joyeuse dijo...

Para que un gobierno pueda redistribuir, primero tiene que recaudar; para ello necesita implementar una cantidad de herramientas de politica economica que permita realizar tal recaudacion. No se puede redistribuir si se deja la economia y la politica libradas a los designios del mercado.