Argentina es un crisol de soledades donde todos creen que tiran juntos pero nadie es el primero en agarrar la soga.
“La van a bajar” me aseguró tiempo atrás un conocido que sabe de política. Yo pensé que no, porque creía que era una mujer fuerte e inteligente. Sus pocos meses de mandato vienen demostrando lo contrario. Así y todo, espero que no la bajen.
Los dos últimos años del gobierno de Néstor Kirchner y los meses de su esposa, se han mostrado opacos. Creo que esa es la palabra para definir lo que han hecho, porque algo han hecho, pero dentro de una opacidad coloreada de demagogia, populismo y falta de sentido común; y esos no son colores lindos.
¿Por qué están rodeados de gente mala? Mi única explicación es que ellos también lo son. Tener pegados a los gremios, a D’elia y a muchos otros atorrantes visibles, hace pensar que son “del palo”.
El problema con la gente del campo demuestra que no tienen buenos asesores. Hasta el más “pelotudo” se habría dado cuenta de los problemas que traería el aumento de las retenciones. Claro, los asesores tienen posiblemente un dejo de resentimiento hacia los terratenientes producto de sus años de lucha. ¿Seguirán luchando?
También está la posibilidad de que desde dentro del gobierno, quieran bajar a la “señora”, pero hay que ser muy mal pensado para especular eso.
Hay otro mito cada vez menos popular: “el dueño de un campo no labura” Eso fue hace muchos años, pero muchos, en la época en que los terratenientes pasaban años en París a costillas de los regalos recibidos de gobiernos desenfocados. Pero incluso esas familias (quedan muchas), han sufrido el paso de las generaciones; y el desglosamiento de las herencias los ha dejado sin extensiones inverosímiles. Porque esas grandes familias tenían (y tienen) la costumbre de procrear al por mayor. Hoy día tienen campos, pero si los dejasen librados al azar los perderían en un abrir y cerrar de ojos.
Los últimos años han sido buenos para los agricultores y ganaderos, pero estos venían de afrontar muchos años de precios irrisorios para sus granos y vacas. Muchos quedaron en el camino y debieron vender y otros tantos dejaron por ese tiempo de vivir de sus campos y pasaron a subsistir.
Los productores saben que este oasis de precios no durará por siempre, y es razonable que quieran exprimirlo.
El gobierno no entiende que “ganar dinero” no es malo si este proviene del trabajo y la producción. Lo feo es ser rico sin que se conozcan las causas.
Otro factor que el gobierno no interpreta es el deseo intrínseco de muchos argentinos de poseer su propio campo. Este deseo existe en casi todos y por lo tanto apoyarán a quienes sienten colegas al menos en sus ambiciones.
Creo que los gobiernos no son capaces de redistribuir riqueza alguna, la única forma de que eso suceda es con mucha producción y con muchos empresarios obligados a pagar salarios apropiados. Cuando los gobiernos distribuyen, no suele haber culpables de los “desperdicios” y mucho queda en el camino.
Hay mucho más para decir, pero hay que observar que pasa.
Cruz J. Saubidet®
Blog de un escéptico servidor. "Creo que el kiwi no es una fruta" "Capaz si llegaron es porque transaron y si se mantuvieron es porque a muchos cag*ron." "Creo que Argentina ya no es lo que era, pero a mí me alcanza" "Me gusta más criticar que ser criticado, pero me controlo" "Está mal, pero para ponderar, me quedo callado"
mayo 23, 2008
mayo 19, 2008
Creo que no digo nada
Recrudece el instinto asesino como un eclipse desgarbado en la conciencia popular.
Recrudece el instinto perverso como si fuera más fácil de dominar que las bondades.
Recrudecen las orgías de intelecto pero dejando cada vez menos espacio.
Recrudecen los partos de criminales y va quedando poco tiempo.
Recrudecen en los pobres la pobreza y en los ricos la bajeza de sentirse tan alto.
Recrudece, en mi memoria, un nombre que no es tal cosa sino un ente más, cargado de significado
.
Se ordenan piezas que calzan, pero no corresponden.
Se ordenan ideas que traerán nuevas ideas para formar círculo de ideas que no llegará a ningún lado.
Se ordenan caminos, pero nadie los arregla para hacerlos transitables.
Se ordenan hombres, mujeres y niños por altura.
Se amenaza la seguridad individual en función de la grupal.
Se amenaza el pensamiento colectivo con el global.
Se amenaza el alimento con combustibles.
Se amenaza la vida con más vida.
Se siente olor a campo en una plaza rodeada de edificios.
Se siente que ya no recordamos el olor a campo.
Se siente triste la alegría y a veces alegre la alegría. La tristeza sigue triste.
Se sienten hinchadas de fútbol, pero poco significan.
Se sienten galopes de futuros presidentes subidos al caballo.
Se dificulta la empatía en estos tiempos donde los desastres hacen filas.
Se dificulta ser más feliz que el resto por eso de la culpa.
Se dificulta ser constante en las derrotas, pero mucho más en los triunfos.
Se dificulta el fracaso porque lo han diversificado y termina pareciendo otra cosa.
Se dificulta escribir con coherencia aunque sea lo único que quede.
Cruz J. Saubidet®
Recrudece el instinto perverso como si fuera más fácil de dominar que las bondades.
Recrudecen las orgías de intelecto pero dejando cada vez menos espacio.
Recrudecen los partos de criminales y va quedando poco tiempo.
Recrudecen en los pobres la pobreza y en los ricos la bajeza de sentirse tan alto.
Recrudece, en mi memoria, un nombre que no es tal cosa sino un ente más, cargado de significado
.
Se ordenan piezas que calzan, pero no corresponden.
Se ordenan ideas que traerán nuevas ideas para formar círculo de ideas que no llegará a ningún lado.
Se ordenan caminos, pero nadie los arregla para hacerlos transitables.
Se ordenan hombres, mujeres y niños por altura.
Se amenaza la seguridad individual en función de la grupal.
Se amenaza el pensamiento colectivo con el global.
Se amenaza el alimento con combustibles.
Se amenaza la vida con más vida.
Se siente olor a campo en una plaza rodeada de edificios.
Se siente que ya no recordamos el olor a campo.
Se siente triste la alegría y a veces alegre la alegría. La tristeza sigue triste.
Se sienten hinchadas de fútbol, pero poco significan.
Se sienten galopes de futuros presidentes subidos al caballo.
Se dificulta la empatía en estos tiempos donde los desastres hacen filas.
Se dificulta ser más feliz que el resto por eso de la culpa.
Se dificulta ser constante en las derrotas, pero mucho más en los triunfos.
Se dificulta el fracaso porque lo han diversificado y termina pareciendo otra cosa.
Se dificulta escribir con coherencia aunque sea lo único que quede.
Cruz J. Saubidet®
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