En realidad nada ha cambiado, son los simples avatares del mundo los que me dieron esa sensación durante un tiempo, pero nada ha cambiado.
Es exactamente igual. Todo fue una ilusión que al romperse en mil pedazos me dejó un sabor amargo.
No suelo ser inocente, pero por algunos momentos Kirchner logró conquistarme con sus discursos enojados y guapos. Claro que desde afuera es fácil dejarse convencer y bien lejos que yo estaba.
Menem engañó descaradamente a todos los que lo votaron, De La Rua con su impericia engañó a unos pocos esperanzados, luego Duhalde se dedicó a apagar incendios (algunos creados en función de ser apagados por él) para dejarle paso a Kirchner que, con una caja importante, fue comprando todo el poder que tiene.
Nada ha cambiado, la política Argentina es igual que antes y la ecuación “billetera mata oposición” está en su apogeo.
A Kirchner no le importa mucho el tema de los derechos humanos, pero le es imprescindible para mantener una imagen de vengador que cada vez menos gente cree.
Kirchner apoya a un gobernador llamado Rovira que su única intención es perpetuarse en el poder, Kirchner manda millones de pesos en alimentos para que este gobernador logre ganar un referéndum para modificar el punto constitucional que le impide ser reelecto, pero lo más terrible es que les dice a los misioneros que es él el que les regala los alimentos.
Cruz Joaquín Saubidet®
PD1: ¡la canción es maravillosa! Merece 3 minutos de atención.
PD2: INFORME DE MI VISITA A ARGENTINA
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