abril 13, 2007

CURANDERISMO, CREER O REVENTAR.

-¿Qué cura usted, Martina?
-Más que nada el empacho, dicen que soy buena con eso. También la insolación y el dolor de muelas.
-¿Es de familia?
-Mi mamá curaba mucho, ¡no sabe la gente que venía a verla!; era famosa.
-Y le pasó el poder como dicen, o es cuento.
-¡No! ¡Que va ser cuento! Primero le pasó el poder a mi hermana mayor, pero después que ella se casó con un muchacho que mi mamá no quería, se lo quitó y me lo pasó a mí.
-¿Usted es la segunda?
-La tercera, pero a la segunda hermana mía la llevó un turco mercachifle cuando andaba por los trece, la instaló en Formosa con todos los lujos y nunca volvió.
-Entonces usted tuvo suerte.
-No se crea, en ese tiempo yo quería y no quería el poder, no me hacía falta, era buenamoza, tenía muchos muchachos a las vueltas por las casas sabe.
-Me imagino que sí.
-Seguro, porque una vez que se pasa el poder, al que le llega se tiene que acomodar.
-¿Cómo es eso?
-Claro, hay que casarse, hacer familia, instalarse en un lugar.
-¿Qué edad tenía usted?
-Diecisiete creo, ya era bien moza.
-Y se tuvo que casar porque su mamá le dio el poder.
-Si yo quería no lo acetaba, pero me di cuenta de que sí que lo quería, mucho más que las otras dos, por eso me casé ahí nomás con Vastides.
-¿Y su mamá lo perdió al pasárselo?
-Eso dicen, pero mi mamá siguió curando como siempre.
-Mire usted, yo pensaba que se pasaba pero que el que lo daba lo perdía.
-Me parece que dicen eso para negárselo a los hijos, mi mamá siguió curando y yo curaba bastante bien. Al principio solo el empacho y las muelas.
-¿Y fue agregando?
-Si, una vuelta supo venir un vecino con la hija que hervía de fiebre a ver si podía hacer algo. Yo no curaba la insolación, pero estaba mal la criatura y entonce le puse el plato y el vaso en la cabeza. ¡No sabe como burbujeaba el agua! ¡Parecía que hervía! Pero el agua seguía fría. La nenita se acomodó ahí nomás. Ahí empecé a curar la insolación.
-¿Y la mamá de Rolo le enseñó algo?
-No la conoce se ve, la viejita esa, así como la ve chiquitita, tiene mas fuerza que todos nosotro juntos. Sabe que recién me empezó a querer hace pocos años, al principio no me quería ni ver.
-¿Por qué?
-Porque ella era la curandera y no quería competencia en la zona, yo tenía que cuidarme bastante de ella, trataba de mandarle todos los clientes para que no se me ofendiera. Nunca me habló, hasta que un día me mandó llamar. Yo fui en seguida, asustada sabe.
-¿Y que pasó?
-Apenas llegué me convidó una bebida que ella hace, media hora que me miraba nomás, ¡nada no me hablaba! y yo seguía parada esperando que me diga algo. Entonce se me paró en frente y me dijo: Usté es buena gente. Y yo: Gracia señora. Y pasó otro rato largo mirándome y caminando a las vueltas.
-¿Y que pasó?
-Me dijo que me esperaba los viernes a la media tarde para conversar. Y empecé a ir, Vastides se me enojaba a vece, pero yo me había comprometido con la señora. Sin hablar demasiado, nos hicimos amigas y me enseñó a curar culebrilla y los nervios.
-¿Usted cura los nervios?
-Sí, pero no puedo hacerlo mientras la señora esté cerca, me hizo prometerle eso y yo cumplo.

Si bien los males que Martina curaba eran muchos, la vieja zorra se había quedado , con derecho ya que era la maestra, con el más importante. Poseía la exclusividad de la cura de los nervios o del nervio como dicen muchos por el norte. Los nervios, alcancé a creer entender con el tiempo, son los músculos. O quizás no se trate de los músculos propiamente dichos sino que los nervios sean las lesiones musculares. Golpes de todo tipo, torceduras, posibles quebraduras que no lo eran, moretones, etc. implicaban un número definido de “nervios sacados”, los que la vieja acomodaba con unas palabras y una serie de obligaciones impuestas al enfermo. Creer o reventar, el dolor cedía con celeridad. Si la vieja comunicaba: -Usté debe ir al saco blanco-. Implicaba una complicación fuera de la definición de nervios. La señora lo descubría con tocar la zona afectada. De existir quebradura o desgarro importante, el paciente debería dirigirse al médico titulado o enfermera para que la medicina occidental se ocupe de su mal.

-Me voy a cocinar don Cruz.
-Sabe Martina, conversar con usted es una de las mejores cosas de esta zona.
-Gracia, es un gusto.

*Fragmento de Tierras Grises® Cruz J. Saubidet 2006.


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1 comentario:

Cripto dijo...

Mira mi experimento sociológico..