El combo Navidad-Año Nuevo es una época complicada para muchos, en mi caso también ya que desde chico formo parte del espectro “muchos” sea por no ser el más sagaz, el más atlético o el más simpático, ojo, algunos dicen que soy muy pintón, pero yo no les creo.
Soy parte del “muchos” en otras cosas también, la ropa y los zapatos por ejemplo, mis talles son bastante generales por lo que se complica a la hora de conseguir buenas ofertas.
La época es complicada, era eso lo que quería decir.
Más que complicada es una mierda, de onda lo digo, yo entiendo que a muchos les guste y que los nenitos estén ansiosos por la llegada de PapaNoel o SantaClaus o el NiñitoDios o cualquier otro intermediario entre los padres y la imaginación infantil, pero en lo personal la Navidad es un atentado contra la austeridad humana. Uno decidió trescientos cuarenta días atrás vivir con austeridad restándole valor a lo material para darle lugar a lo realmente importante y cuando está a punto de cumplir el aniversario se encuentra con dos realidades: La austeridad se fue a la mierda en Diciembre de 2015 y en once meses no fue posible descubrir lo que es realmente importante.
Y he aquí el disparador de este escrito: ¿Cuáles son las cosas importantes de la vida? ¿Son las famosas máximas Salud, Dinero y Amor? ¿Es la generosidad? ¿Es la vida interior? ¿Es la Fe? ¿Es el café con leche de cada mañana? ¿El trabajo? ¿La familia? ¿Todas esas cosas? Yo no sé.
Esta reflexión viene al caso desde que me senté a meditar en la frase harto popular “¡Y uno que se preocupa por pavadas!” ante una situación complicada de verdad. Es verdad, pero además es indudable que es necesario preocuparse por pequeñeces tal vez como una práctica permanente para estar preparado ante escenarios de mierda. Pero como también es cierto que cuando pasan cosas feas uno no está preparado por más que haya practicado, caemos en la conclusión de que cada quien se preocupe por lo que lo haga preocupar y no andemos juzgando a nadie por como se preocupa por cosas pequeñas o grandes. Al fin de cuentas la despreocupación es una cualidad de pocos.
Estoy frenando mis dedos para no tocar temas políticos…
Hacer una retrospectiva sobre el año que se va sin caer en lugares comunes ni engrandecer situaciones tal vez poco dignas de mención no es fácil. “Pior tuavía” resulta cuando la única opción para no caer en lo tedioso es, efectivamente, agrandar un poco el chiquitaje pero no voy a hacerlo para no ser criticado por aquellos que me tildan de exagerado.
El 2015, si bien en lo personal fue un año tranquilo aunque mellado sobre el final con la muerte de mi suegro Ricardo, para el mundo estuvo bastante jodido con guerras, atentados, desastres naturales, ejecuciones por tv, refugiados por doquier, etc.
En Argentina tampoco fue una maravilla porque al tiempo que se caían algunos castillos de naipes berretas pero de truco, muchos decidieron cambiar por naipes nuevos pero de póquer, entonces ganó Macri que no me simpatiza ni un poquito, pero los de antes tampoco, así que sigo con mi anarquismo confundido pero tranquilo.
Connecticut sigue lindo pero aburrido como siempre, y como no puedo hacer mucho para cambiarlo mi vida interior ha crecido mucho al punto de estar trabajando en el Town y situarme en las oficinas de Google, o salir a correr e imaginarme en la maratón de NYC, o dar clases y creerme en una cátedra de Harvard eso sin hablar de mis habilidades con la música y el sexo….
Esto está poniéndose largo, así que voy cerrando con la seguridad de haber dicho muy poco pero eso sí, aburrido como pocas veces. Debo ser yo.
¡Ya voy, Simón! ¿Qué necesitás, Amparo? Sí, mi amor, estoy yendo.
Sabrán entender mi apurada despedida
Happy New Year, Enjoy & Celebrate, XO-XO-XO
Cru en CT
Blog de un escéptico servidor. "Creo que el kiwi no es una fruta" "Capaz si llegaron es porque transaron y si se mantuvieron es porque a muchos cag*ron." "Creo que Argentina ya no es lo que era, pero a mí me alcanza" "Me gusta más criticar que ser criticado, pero me controlo" "Está mal, pero para ponderar, me quedo callado"
diciembre 31, 2015
octubre 26, 2015
Ni K Ni M
No soy Macrista
ni K,
diría que mis sentimientos son anárquicos y
ni K,
diría que mis sentimientos son anárquicos y
me alegra muchísimo
cuando
los poderosos pierden el poder.
Ojalá pase eso y que
siempre
el poder se
renueve lo más rápido posible.
La historia nos ha demostrado que el poder hace
creer a sus portadores que son imprescindibles
y está bien comprobado que no es
así.
Sin demasiadas
broncas ni certezas,
creo que
el kirchnerismo ha hecho abuso de de la palabra
"EXPLICAR",
puede parecer una pavada, pero
en lo personal la frase "te voy a explicar"
me genera un rechazo especial,
me hace pensar que el que la dice está convencido
de su superioridad
y que me está haciendo un favor que nunca le pedí.
Si querés,
presentame tu postura y si me parece potable te creo y si no, no te doy bola,
pero no me expliques desde un pedestal.
Quizá exista gente que necesita ser
Explicada,
sin duda existe y bastante.
Ya llevo más de
una década afuera,
no viví el kirchnerismo desde adentro
y me cuesta tanto escuchar
y entender
a los quejosos que viajan a Europa
como a los oficialistas que
idolatran a su jefa y
perdonan la corrupción y la soberbia y hasta la
convierten en algo positivo.
Yo debo ser
muy esceptico,
si querés
te explico….
septiembre 23, 2015
“Mincho, no es que te quiera enseñar pero es para que aprendas” Luis Antonio Mereles 1990
Dicen los que saben que para hacer un buen mate se necesita tiempo y un singular talento, sin embargo yo no creo que sea pa’ tanto y que con un poco de ganas, agua caliente y una bombilla, el ciudadano de mente abierta puede lograr un producto de calidad incluso superior a la de aquellos que hacen un ritual de tal cotidiana acción.
La introducción puede parecer vacía, y lo es. Hilando fino puedo encontrar en ella un par de palabras que me hacen ruido: bombilla y ritual. La bombilla efectivamente genera un ruido cuando el mate está en su definición. Ritual es una palabra a la que suelo escaparle pero, al igual que la matemática, me atrapa cada vez que me alejo un poco. Ritual y ciclo suelen ir de la mano, y eso es más triste aun que batir el mate creyendo que el polvillo va a cambiar el gusto.
Aprender es a mi entender uno de los rituales por excelencia, ojo, aprender con método en Escuela o universidad.
Mi inteligencia me ha permitido superar sin esfuerzo la escuela y rechazar los esfuerzos universitarios. ¿De puro vago? Se preguntaran algunos con bastante razón; sí y no, contestaré.
Aprender es, ante todo, un acto de humildad. Es permitir a otra persona explicarte lo que sabe. Suena simple para la mayoría de las personas, pero existimos un tipo de personalidades que somos impermeables a ese tipo de situaciones. Soberbia, dirán otros, puede ser, diré yo que no busco absolución alguna con este escrito. Pero debe haber algo más que todavía no he descubierto.
Aprender es la palabra clave de mis 43 años, y las preguntas son muchas: qué, dónde, cuándo, con quién, para qué, cómo. Dicen los que saben que nunca es tarde para aprender, ahí discrepo un poco, a mi edad podría aprender muchas cosas, desde física cuántica a filosofía o desde derecho a sicología, pero ya es tarde, aunque quizás de todas maneras lo haga. Es tarde porque he perdido la inocencia del alumno. El alumno debe creer en el maestro como un ente superior de conocimientos. A mí ya no me sale por una mezcla de soberbia y experiencia. ¡Qué más quisiera yo que mi mente me permitiera aprender libre de prejuicios!
De todas las preguntas formuladas me voy a detener en “para qué aprender” y ahí el abanico se extiende hacia el universo. Los motivos pueden ser muchos, desde para tener un título, para ayudar a la gente, para ganar dinero, para pertenecer a un círculo social, para sentirse bien, etc. Todas son válidas y respetables, aunque ninguna me convence. Ser médico por ejemplo cumple con casi todos los parámetros, abogado, algunos menos; filósofo, un par; matemático, uno o dos, contador por ahí anda. Pero qué pasa cuando los intereses van por otro lado. Me parece envidiable la gente que ha aprendido en la universidad (casi tanto como las personas de fe), aclaro por las dudas se me enojen algunos.
Aprender debe ser el puntapié inicial para experimentar y superar lo aprendido. ¿Qué esa es la idea? ¿Qué la universidad es una herramienta para enfrentar el futuro? Un medico que cura enfermos con lo que ha aprendido ¿Descubre nuevas formas de curar fuera de las fronteras del conocimiento adquirido?
Un abogado ¿Descubre, no como manejar las leyes, sino como hacer justicia real? Un contador ¿Descubre como inventar formulas simples para situaciones confusas? Un filósofo ¿Descubre cómo ser interpretado por las mentes más básicas? Un periodista ¿Descubre cómo investigar sin preconceptos? Algunos sí, seguramente y para ellos mis respetos.
Volviendo a mis 43 años, la única respuesta posible para mi “fracaso” estudiantil es la falta de un lindo “Para qué” Sin embargo, como autodidacta, me las vengo rebuscando más o menos bien aunque sin destacarme demasiado. Si el “para qué” fuera el dinero trabajaría mucho más. Si fuera un título en sí mismo sin duda lo tendría, si fuera para pertenecer a un círculo social me las rebuscaría por otro lado, si fuera para ayudar a la gente tendría que ser mejor persona. Me queda la opción “Para sentirme bien” pero tengo miedo que el efecto sea el mismo que da un auto nuevo y que dura poquito.
Espero llegar a los 44 con un “Para qué” grande como una casa. Mientras tanto sigo en la lucha....
Aprender es a mi entender uno de los rituales por excelencia, ojo, aprender con método en Escuela o universidad.
Mi inteligencia me ha permitido superar sin esfuerzo la escuela y rechazar los esfuerzos universitarios. ¿De puro vago? Se preguntaran algunos con bastante razón; sí y no, contestaré.
Aprender es, ante todo, un acto de humildad. Es permitir a otra persona explicarte lo que sabe. Suena simple para la mayoría de las personas, pero existimos un tipo de personalidades que somos impermeables a ese tipo de situaciones. Soberbia, dirán otros, puede ser, diré yo que no busco absolución alguna con este escrito. Pero debe haber algo más que todavía no he descubierto.
Aprender es la palabra clave de mis 43 años, y las preguntas son muchas: qué, dónde, cuándo, con quién, para qué, cómo. Dicen los que saben que nunca es tarde para aprender, ahí discrepo un poco, a mi edad podría aprender muchas cosas, desde física cuántica a filosofía o desde derecho a sicología, pero ya es tarde, aunque quizás de todas maneras lo haga. Es tarde porque he perdido la inocencia del alumno. El alumno debe creer en el maestro como un ente superior de conocimientos. A mí ya no me sale por una mezcla de soberbia y experiencia. ¡Qué más quisiera yo que mi mente me permitiera aprender libre de prejuicios!
De todas las preguntas formuladas me voy a detener en “para qué aprender” y ahí el abanico se extiende hacia el universo. Los motivos pueden ser muchos, desde para tener un título, para ayudar a la gente, para ganar dinero, para pertenecer a un círculo social, para sentirse bien, etc. Todas son válidas y respetables, aunque ninguna me convence. Ser médico por ejemplo cumple con casi todos los parámetros, abogado, algunos menos; filósofo, un par; matemático, uno o dos, contador por ahí anda. Pero qué pasa cuando los intereses van por otro lado. Me parece envidiable la gente que ha aprendido en la universidad (casi tanto como las personas de fe), aclaro por las dudas se me enojen algunos.
Aprender debe ser el puntapié inicial para experimentar y superar lo aprendido. ¿Qué esa es la idea? ¿Qué la universidad es una herramienta para enfrentar el futuro? Un medico que cura enfermos con lo que ha aprendido ¿Descubre nuevas formas de curar fuera de las fronteras del conocimiento adquirido?
Un abogado ¿Descubre, no como manejar las leyes, sino como hacer justicia real? Un contador ¿Descubre como inventar formulas simples para situaciones confusas? Un filósofo ¿Descubre cómo ser interpretado por las mentes más básicas? Un periodista ¿Descubre cómo investigar sin preconceptos? Algunos sí, seguramente y para ellos mis respetos.
Volviendo a mis 43 años, la única respuesta posible para mi “fracaso” estudiantil es la falta de un lindo “Para qué” Sin embargo, como autodidacta, me las vengo rebuscando más o menos bien aunque sin destacarme demasiado. Si el “para qué” fuera el dinero trabajaría mucho más. Si fuera un título en sí mismo sin duda lo tendría, si fuera para pertenecer a un círculo social me las rebuscaría por otro lado, si fuera para ayudar a la gente tendría que ser mejor persona. Me queda la opción “Para sentirme bien” pero tengo miedo que el efecto sea el mismo que da un auto nuevo y que dura poquito.
Espero llegar a los 44 con un “Para qué” grande como una casa. Mientras tanto sigo en la lucha....
mayo 29, 2015
Stand Up de un humilde servidor. Hoy: la Risa
La risa es la reafirmación de estar
pasándola bien. Cagarse de risa es reírse con liviandad estomacal, sin
molestias gastrointestinales, sin apuro tal vez. A su vez es algo
incontrolable, accidental, que deja oscuras secuelas y necesita de una pronta
limpieza.
Es muy complicado determinar si cagarse de
risa es algo positivo o negativo, aunque en mi caso suele tender a lo segundo.
Una vez, le dije a mi mujer después de una
reunión con amigos, que hacia años que no me cagaba tanto de risa. Lo que fue
un comentario inocente fue tomado como una agresión hacia ella; “Claro, conmigo
te aburrís, te hubieras casado con Malena Pichot si querías reírte sin parar,
no sé qué haces conmigo si ni siquiera te hago reír” y sigue y sigue “Debe ser
horrible vivir con alguien tan apagado, ¿no?, tan embolante como yo, etc, etc….
Esos comentarios suelen dejarme en un
callejón sin salida, de tres posibles reacciones y todas ellas erróneas. Puedo
guardar silencio y ella dirá: “Ves que tengo razón”; puedo negar punto por
punto y sonar poco creíble o puedo afirmar sus declaraciones y generar una
pelea que nos mantendría enojados por varios días. ¡Ninguna sirve! Todas las
posibles reacciones son una mierda, todas excepto tirarme un pedo bien fuerte y
en lo posible muy oloroso y con eso cambiar el foco de atención hacia reproches
mucho más sostenibles. Porque un pedo causa enojo, pero dada su esencia efímera
se diluye rápidamente. Quince años de
matrimonio me han enseñado que la única forma de evitar peleas intrascendentes
es tirarme pedos fuertes y olorosos. Por suerte, como buen macho que soy,
siempre tengo un gas a las vueltas esperando salir y que internamente me hace
cagar de risa y me libra del pecado.
Etiquetas:
humor,
matrimonio,
pedos,
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