marzo 17, 2006

A quien corresponda (Monólogo conmigo mismo)


-¡Que quieren que escriba! ¿Sobre quien? ¡Pero no, señores!, No estoy en condiciones de hacerlo, ¡de ninguna manera!.
El problema, es que la editorial no aceptaría nunca un ensayo favorable sobre él. Y es un amigo, ¿cómo voy a criticarlo?
Desde ya que puedo hacerlo. Saben bien que solo un gran amigo posee todos los elementos necesarios para detestarte, pero ese es el tema, a pesar de todo, te quiere.
¡No voy a hacerlo!, Señores directivos. Soy leal, y por mas que no comparto el 85% de lo que ha hecho, y se lo he dicho personalmente, no voy a plasmar en papel nuestras diferencias.
Saben bien ustedes, que fue la fama, nada mas que la fama, quien lo transformó en el ser odiado que es. Siempre le gustó buscar lo negativo de las situaciones y al fin de cuentas, su fama es eso, haber logrado, siempre con una tendencia negativa, (por llamarla de alguna forma) transcribir las impresiones sobre todo tipo de personajes.
¡Que alguno me diga que nunca disfrutó de sus ensayos!, Si, ya sé que muchos de ustedes cayeron en la volteada, también sé que se ofendieron profundamente, pero admitamos todos haber disfrutado al menos una vez de sus ácidos comentarios.
No podemos obviar que cada vez que escribimos un artículo sobre una persona, procuramos no plasmar aquellas impresiones subjetivas, si, recuerden, aquellas que hacen simplemente que el personaje nos resulte simpático o no.
No se nos ocurre adjetivizar de falsa o soberbia o demoníaca, la sonrisa del político al que entrevistamos.¿ No lo han sentido? ¿No han reprimido ese comentario o cualquier otra agresión netamente sensitiva?
El no lo hace. Él es leal a su percepción primaria, al golpe de la primera mirada, el primer comentario, el primer gesto.
¿Han pensado alguna vez en los fundamentos que utilizamos al proseguir o no con una relación? No pueden negar que son esas impresiones primarias y subjetivas las que nos acercan o alejan de las personas.
Si, estoy de acuerdo con algunos de ustedes en que siempre hay que dar una segunda oportunidad. ¿Ustedes la dan siempre? Yo no, a lo largo de mi vida, son mas las que no di que las que di, sin embargo, todos piensan que soy mas bueno. ¿Qué pueden saber de la bondad si solo conocen mis escritos? Y lo misma rige para él ¿Qué pueden saber de su maldad?
Desde que lo conozco y soy su amigo, convivo con su tajante clasificación de las personas. “Este es un sorete, no hay dudas”, me afirmaba a los pocos minutos de conocer a alguien. No se equivocaba demasiado, al principio hacia caso omiso a sus comentarios, pero con el correr de las cosechas, comencé a tomarlos en cuenta. También comprendí con el tiempo, que era imprescindible ser considerado un poco “sorete” para ser su amigo, siendo igualmente imprescindible considerarlo a él de la misma manera.

No se imaginen que es fácil ser su amigo.
Es una permanente sana competencia,
donde prima la libertad de juzgar y ser juzgado,
Donde los resultados no importan demasiado.

Estamos hechos de la misma madera,
Moldeada basándose en soberbia y sensaciones.
Yo elegí buscar belleza en la calidez de las palabras,
Él la encontró en las formas más heladas.

Por eso señores, no haré un solo comentario negativo,
quedó demostrado que material sobra,
no me faltan elementos para odiarlo
Sin embargo lo quiero y es mi amigo.

Excusen ustedes los vientos de poesía,
que me generan hablar de su persona,
quiero escribir en prosa, mas no puedo,
Pues se va mezclando con sus propias rimas.

Tendré que retirarme en el momento
Disculpen todos mi fugaz partida
Ya no puedo hablar como persona
Pues vienen versos en arremetida.


Cruz J. Saubidet®

1 comentario:

Javier dijo...

Saludos sr Saubidet, buen blogg.
Es cierto, solo un amigo tiene derecho a criticarnos, pues es quien nos conoce mejor.