marzo 15, 2021

Despojado, friolento y entogado (El síndrome del impostor)

 El síndrome del impostor es un trastorno psicológico por el cual algunas personas exitosas sienten que no son merecedoras de sus logros. 

Eso para la gente común y corriente.

En los políticos se ve que funciona al revés.

Podría agregar otros rubros pero mejor no porque durante toda mi vida mis palabras me han hecho perder amistades. ¿Qué quiere escuchar la gente? Creo que la frase “tenés razón” es la más esperada. Y me  parece que yo no vine a este mundo  para decirla más que en caso de necesidad y urgencia.

Tengo una compañera de trabajo a la que le encanta decir “You re right” y cada vez que lo hace eleva el tono mucho y eso genera satisfacción en los destinatarios. Cada vez que me lo dice, yo en vez de agradecer o asentir, no, no me sale tampoco, no se por qué mierda ante el “You re right” contesto “maybe” “who knows” o “Just a point of view” y eso la descoloca un poco y como es “polite” no me manda a la mierda.

Al revés que mi difunta madre, mi genética no me permite elogiar mucho y, lo que es peor, es un dolor de huevos aceptar cumplidos. Debe ser el síndrome del impostor que me invade  porque en lo profundo de mí algo me asegura que la voy a terminar cagando.

Eso me pasó ya con la poesía. Durante un tiempo mis rimas fueron ponderadas y yo me envalentoné y les saqué espontaneidad tratando de darles una profundidad de la que carezco, y ahí la cagué, porque he encontrado versos cuyas metáforas ni yo puedo descifrar.

Por eso me voy a dedicar al stand up, mejor si es sentado por mis rodillas dañadas, no me voy a hacer mas problemas con tema profundos ni malasangre con la política. Todo será liviandad por unos meses, buscar el humor en las cosas simples y absurdas.

Por ejemplo, ¿Qué será de la vida de Hugo Varela? Debe ser un señor mayor a esta altura. Tiene cosas simpáticas aunque vaya uno a saber si se habrá deconstruido, más que nada en sus chistes sobre gays. A mí ya no me hacen gracia hace mucho tiempo pero puedo afirmar que  a muchos sí porque todavía me llegan whatsapps en algunos grupos con esa categoría y siempre me generan el mismo rechazo o quizá sea tristeza imaginando a los que se ríen. Por otro lado, y esto me deja mal parado, todavía me hacen gracia los chistes de gangosos, perdón. Pero volviendo a Hugo Varela, lo que me lo trajo a la cabeza es la imagen de tiempos de pandemia donde él sacrifica su barbijo en lugar de la corbata.

También estuve meditando sobre la incomodidad en el vestir. Creo que el taco alto debe ser insoportable aunque tiene la capacidad de levantar el culo de las usuarias. En cambio, la falda o pollera me parece lo máximo en comodidad, estoy pensando seriamente en adquirir una kill XL y andar por la vida con libertad en las partes culturalmente aprisionadas en los hombres. No olvidemos que el Imperio romano se forjó con hombres empollerados o entogados.

Otra incomodidad que siempre me llamó la atención son los anteojos Ray Ban, una vez tuve unos y no se si yo soy un poco obsesivo, pero que venga la marca en el vidrio era molesto como una basura en el ojo.

Este año, en el cual me transformé en un desagradable friolento, empecé a usar medias de dormir o sea medias cuya su única función es abrigar los pies bajo las mantas. Siempre despotriqué contra ellas y tengo que admitir que están buenísimas y no aprietan. ¡En qué me he convertido!

Todavía me falta para ser gracioso, debo confesar que hoy entré a Twitter y a las 5 de la mañana me desvelé y escuché a María O’Donnell. Supongo que es un proceso y me llevará un tiempo despojarme de todas las cosas serias de este mundo, pa colmo el miércoles tengo reunión con la maestra de Simón. Queselevacer.

Cruz J. Saubidet®

marzo 08, 2021

El otro día tuve una revelación: 10 x 10 = 100

Después de conversar con muchos peronistas / kirchneristas amigos e inteligentes, he comprobado que para todos ellos la coima de entre 10 y 15% es sistemática y ¿necesaria?

La respuesta “corrupción hubo siempre” repiquetea en todos los casos con una liviandad escalofriante.

A mí me suena mal y hasta feo, pero parece que la política necesita de ese combustible que la fortalece y la convierte en la maravilla que tenemos hoy en día.

Yo pienso en la cantidad de obras que podrían realizarse con esa porción de plata, pero es algo que no está en discusión, algo que la historia ha aceptado y para muchos es correcto.

En mi experiencia trabajando para empresas privadas, muchas veces me he encontrado con proveedores que, sin siquiera yo solicitarlo, daban por sentado que como encargado de compras me correspondía el 10% y por ende un sobreprecio (porque no van a sacarlo de sus beneficios). Eso me llevó a dejar de comprar a muchos. Llevado a la política donde las arcas son públicas y aunque de todos, de nadie, se nubla un poco la moralidad de la coima y se convierte en algo aceptado. Y mientras siga de esa manera y sea considerado aceptable por gran parte de electorado comprar 10 garrafas para una comuna van a significar 8 o 9 para la gente, arreglar un camino de 20 km quizás van a ser 20 km. pero con una capa menos de ripio, una escuela de 8 aulas va a tener 7, un remedio o tratamiento va a costar más (en la salud el retorno es por encima del 20%), se van a comprar 100 árboles y plantar con suerte 80, y así todo, desde lo más chico hasta el tomógrafo de 100 millones.

Por eso estamos en el horno como país, porque lo que nos molesta de la política está instalado en la sociedad y cuando alguien intenta cambiarlo no solo se encuentra con el peronismo sino con la ciudadanía acostumbrada a manipular el sistema para sacar su ventajita. Hay muchos que no, pero muchísimos que sí. Que las licencias incomprobables de los empleados públicos, que las filas especiales para acomodados, que votar a personajes con niveles de riqueza imposibles para un empleado público, que dejarse manejar por gremialistas millonarios, que fiscales y jueces que tranzan sin reparos, que policías que controlan la venta de drogas, que periodistas que defienden y aplauden hasta el despegue de un avión o la estupidez de Macri cuando eliminó el cepo y no quiero seguir porque quiero trabajar en mi show de Stand-up aunque la realidad no me ayuda.

El otro día tuve una revelación: 10 x 10 = 100. De tan simple da miedo. Y sin contradecir a unos y a otros. La frase se afanaron un PBI, tan denostada por el kirchnerismo es real y aceptada por ellos. Porque si la corrupción y la coima no son un problema, y los retornos aceptados por casi todos van del 10 al 20%, en 12 años se quedaron con un PBI por debajo de las patas. ¿Quién se asusta? ¿Y los 40.000 Millones de Macri? Nunca voy a defender a Macri porque representa n sector feo y oscuro de Argentina y gobernó para el ojete.

En cambio a Vidal la banco (vengan de a uno) estoy convencido de que Macri le jugó feo y la dejó sola haciendo los cambios profundos y molestos que le costaron perder con el “ministro de economía de Cristina” que revirtió todos los cambios y devolvió a la provincia a sus peores épocas de inseguridad, drogas, corrupción y violencia.

Alberto Fernández es lo que es, sigue siendo el mismo que se acomoda dónde lo dejan tener su cuota de poder, se dejó usar y poner de presidente, allá los que lo votaron. Allá los que confiaron que podría ser otro Alberto Fernández que el que es, ¿va a cambiar porque algunos periodistas lo consideraran un moderado? No, desde que le sigo sus idas y venidas nunca cambió para mejor y a esta altura es complicado. Queselevacer

CRUZ SAUBIDET®

 

marzo 01, 2021

El sexo y la comida o la comida y el sexo.



Luego del fracaso de las utopías socialistas, las inocencias de la Acción católica, el desparpajo de la secta Moon y de descubrir (no sin una gran tristeza) que no vale la pena cambiar el mundo porque todos los cambios hasta la fecha fueron para peor, a los seres humanos solo nos quedan dos elementos para evitar caer en el abismo de la desesperación. En realidad se trata de los mismos dos elementos de siempre, pero la evolución de la humanidad nos ha querido hacer creer que la vida podría llegar a tener otros fines.
Desde un programador de retorcidos programas informáticos, pasando por un vendedor de seguros, una ejecutiva, actriz, hasta un albañil, hombres y mujeres buscan un único y anhelado fin para sus vidas: comer y coger bien.
Por supuesto que hay miles de componentes que podrían confundirnos y hasta hacernos convencer que los caminos de la vida buscan otras consumaciones, pero si hurgamos profundo concluiremos que los placeres humanos están guiados por esos dos factores.
Todo, absolutamente todo nuestro andar por esta corta vida es buscar algo que los más positivistas llaman felicidad y que yo le llamo, de negativista nomás, pequeñas alegrías. Hay muchas cosas que nos producen sensaciones gratas, pero suelen estar relacionadas o al menos tener un fin común: la comida y el sexo.
El arte sin sensualidad no sería nada, mirar un cuadro, leer un libro, mirar una película o escuchar música nos producen diferentes sensaciones, estas no estarían conclusas si no rematáramos ese efecto placentero con una buena dosis de sexo, porque el placer sin la concreción orgásmica es placer a medias, le falta un poquito.
Triunfar en la vida y ser exitoso en lo que se hiciere, no significaría nada si no se trasladaran aquellos logros a la mesa y a la cama. ¿Exagero?
El sexo y la comida son amplios, y vale todo en ellos. Hay personas a las que les gusta el sushi o la berenjena, el vino o la cerveza para acompañar; otros que disfrutan un trozo casi crudo de carne y no necesitan acompañarlo con lechuga; algunos prefieren grandes porciones y otro poquito pero variado, hay paladares que no soportan altas temperaturas y otros a los que la tibieza los lastima; hay grandes comedores de hamburguesas con queso mientras otros disfrutan del caviar. Hay personas que prefieren el sexo solitario, o de a dos, de a tres o más; algunos prefieren hacerlo con un congénere, otros con una pareja de otro sexo mientras las sesiones grupales colman las expectativas de muchos. Generalmente el más “natural” y barato suele ser de a dos, en una cama y con la puerta cerrada, así y todo es posible que llene las esperanzas de ambos.
El sexo y la comida son compatibles, aunque recomiendo ordenarlos de manera que no se molesten entre sí. La cultura nos obliga a ocupar la noche para tales menesteres, pero si la comida es abundante y previa al acto es posible que genere incomodidades, aunque si el sexo precede a la comida, esta será disfrutada y el sexo realizado con liviandad.

En algunas culturas se come más de lo que se coge, suelen ser las más desarrolladas económicamente, en cambio en las sociedades más pobres se coge más de lo que se come.
Ambas tendencias son negativas, porque focalizar las energías en uno de los dos pilares genera irremediablemente un progresivo e inconsciente abandono del otro.
En las sociedades ricas, el exceso de comida provoca obesidad y por ende coarta la buena predisposición física para una práctica activa del sexo, además de volverlos/as poco atractivos a la hora de un buen revolcón. Me dirán algunos que hay belleza en la gordura, puede ser, pero no demasiado y me refiero a gordura grande.
En cambio, las culturas mal alimentadas, utilizan el sexo como único medio de placer, y al ser lo único se torna peligroso. Las enfermedades infectocontagiosas por vía sexual y el descontrol de la natalidad generan un círculo vicioso del cual es muy complicado salir, dado que son generadores de más hambre.
De esa manera, cuando personas de países pobres emigran hacia sociedades ricas, llevan implícito un trueque de sexo por comida. Algunas sociedades lo aceptan gustosas, otras son más reacias, incluso se hacen las desentendidas y se quejan mientras aprovechan el cambio.
También se da lo opuesto, aunque en menor medida, personas de países ricos visitan países pobres en función del mismo trueque, pero no quiero hablar del tema.

El tema da para mucho, pero es viernes y el fin de semana me pisa los talones.